Poblado de muerte nuestro país, antaño burlador de calacas y catrinas, se encontró con la faz odiosa del narcotráfico expuesto, masacrando inocentes, y no pudo hacerse a un lado esta vez para echar la risa, hoy llora amargamente la fiesta que ya no pudo ser, el encuentro que no se realizó, el hijo que jamás regresó. País narco, niños asesinos de hombres; hombres que de puro gusto violan, rompen a su madre; madres, metidas hasta el cogote en la mierda de la droga.
La tierra del maguey todavía puede preciarse de no confundir cuetes por balazos, las fiestas se viven todavía sin demasiada algarabía, sin ese júbilo que es cada vez más común en los pueblos donde reina el narco, pueblos que se desbordan hasta explotar cabezas y granadas que pintan de rojo las paredes, los pisos, las presidencias municipales y las comandancias de policía. Pero no estamos exentos de vivirlo, como no estamos de conocerlo y sufrirlo, pues al fin y al cabo es de México de lo que estamos hablando. Muy pocos se atreven a contar lo que realmente sucede más allá de la cifras de muertos y de balazos que diariamente llenan primeras planas en los periódicos y que se vociferan en los noticieros de radio y televisión; muy pocos se atreven a decirlo más allá de estrategias antinarco y deudas millonarias para movilizar cuerpos de seguridad infiltrados; muy pocos repito, más allá de los “triunfos” y capturas del gobierno federal cada semana para convencernos a todos de que las muertes inocentes son necesarias en esta guerra criminal. Pero más allá de todo este caos hay otros muchos universos colapsados que apenas si imaginamos.
Es entonces cuando aparece un tipo nervioso, que bien podría llamarse Javier Valdez, neurótico, fumador, que duerme poco, que ostenta una barriga chelera, sin gusto particular por el ejercicio, que sabe mover los dedos a cien por hora antes del cierre de cada edición y que es capaz de juntar cientos de cables enmarañados en uno solo que permite ver más de lo que se deja ver en apariencia, cuidando contactos, rumiando ideas, visitando cantinas, haciendo antesala en las oficinas gubernamentales, bajándose de autos o camionetas con vidrios polarizados, caminando aprisa al mercado más cercano a veces para despistar y también para atorarle el diente a un taco luego de muchas horas sin probar bocado. Y es ese o esa tipa ojerosa, con el eterno café en la mano, el reportero o la periodista, los que son capaces de ver, oir, sentir ese “más allá” que apenas si imaginamos los que sólo vemos la superficie espumosa de las cifras de muertos y de balazos que diariamente llenan las primeras planas en los periódicos y que se vociferan en los noticieros de radio y televisión. Más allá están las historias de lo que queda después de la muerte o lo que antecede a ella, más allá están las circunstancias, las más oscuras, las más terribles circunstancias. Más allá está Miss Narco.
Es entonces cuando aparece un tipo nervioso, que bien podría llamarse Javier Valdez, neurótico, fumador, que duerme poco, que ostenta una barriga chelera, sin gusto particular por el ejercicio, que sabe mover los dedos a cien por hora antes del cierre de cada edición y que es capaz de juntar cientos de cables enmarañados en uno solo que permite ver más de lo que se deja ver en apariencia, cuidando contactos, rumiando ideas, visitando cantinas, haciendo antesala en las oficinas gubernamentales, bajándose de autos o camionetas con vidrios polarizados, caminando aprisa al mercado más cercano a veces para despistar y también para atorarle el diente a un taco luego de muchas horas sin probar bocado. Y es ese o esa tipa ojerosa, con el eterno café en la mano, el reportero o la periodista, los que son capaces de ver, oir, sentir ese “más allá” que apenas si imaginamos los que sólo vemos la superficie espumosa de las cifras de muertos y de balazos que diariamente llenan las primeras planas en los periódicos y que se vociferan en los noticieros de radio y televisión. Más allá están las historias de lo que queda después de la muerte o lo que antecede a ella, más allá están las circunstancias, las más oscuras, las más terribles circunstancias. Más allá está Miss Narco.
El pasado domingo 5 de diciembre, en el centro de Exposiciones de Guadalajara, en el último fin de semana de la Feria Internacional del Libro, Javier Valdez, corresponsal de La Jornada en Sinaloa desde 1998 y fundador del periódico semanal Ríodoce, autor de Azoteas y Olvidos, La letra en la mirada y coautor de El Gabo en Sinaloa, presentó el libro Miss Narco en el marco del Encuentro Internacional de Periodistas, cuyo tema fue este año los riesgos del periodista. El encuentro cerró con Javier Valdéz, custodiado, según se dijo en la presentación, por dos amigos cuasicompadres suyos, también periodistas, Alejandro Almazán y Juan Carlos Magallanes. Sin embargo lo que comenzó como una presentación del libro devino en entrevista: Almazán interrogaba a Valdez en un diálogo franco y casi de cantina, que conmovió a los presentes en su mayoría jóvenes de diversos estados de la República. Lo dicho ese domingo caluroso en una de las ciudades con más historial narco en México comparte la visión de un periodista en tiempos difíciles para este país: cómo vive o mejor dicho, cómo sobrevive y la pregunta crucial: cómo se atreve a escribir sobre un tema que le puede llevar la vida. A continuación les dejamos en la lectura de lo dicho ese día, dejándoles a su imaginación un cuarto lleno de jóvenes y periodistas atentos a Javier Valdez, tipo ameno y sonriente, a pesar de todo.
- Juan Carlos Magallanes: En un país en el que los políticos cada vez se han ido profesionalizando, pero en ineptitud, en incapacidad y cinismo, nos han dejando a merced en una guerra contra el crimen organizado que iniciaron sin estrategia clara y sin conocer las dimensiones del enemigo, ni las consecuencias de esta confrontación y nos han metido sin pedirlo, en un conflicto a los mexicanos a quienes ni vela tenían en el entierro. Pero en el caso de Javier Valdez, en Miss Narco, con una valentía inteligente que demuestra en cada una de las historias que transitan por sus páginas, nos enseña el lado femenino del crimen organizado. En los textos de Javier, podemos encontrar a personajes como Joaquín el Chapo Guzmán, Amado Carrillo Fuentes, a Rafael Caro Quintero y hasta a Lamberto Quintero, famosos en los narco corridos, pero a diferencia de otros textos, aquí en Miss Narco, no son personajes centrales, aquí las mujeres son las protagonistas de estas historias, terriblemente reales y espeluznantemente verdaderas. Respetando el anonimato de sus confidentes pero sin dejar de lado un estricto rigor periodístico, Javier nos va poniendo frente a las mujeres que están cercanas al narcotráfico, desde las que lo sufren, las que lo gozan y hasta quienes lo combaten. Javier Valdez es generoso en sus descripciones, para ponernos frente a mujeres, en su mayoría hermosas mujeres, y nos muestra el rol que van jugando en el crimen organizado, desde las novias tontas como aquella que toma el celular para marcar a su querido y decirle “amor, qué crees, choqué otra vez”, aunque dejó a varios heridos sin importarle nada. Están también las mujeres que han decidido renunciar a la abundancia y al dinero fácil que le representa ser pareja de un narco, y hasta aquellas que son narcas, jefas que son capaces de ordenar levantamientos o amedrentar a alguien que no ha pagado sus cuotas, encontramos en Miss Narco, historias inéditas, como la de doña Aurora, la madre del mismísimo señor de los cielos, Amado Carrillo Fuentes, y narra el lado recio e implacable de una mujer que ha perdido ya a tres de sus hijos, que si son narcotraficantes, diría ella, “ellos sabrán”. Javier nos revela con fechas precisas, datos duros y número de expedientes, casos de mujeres que se involucran en el crimen organizado y que también sienten la adrenalina de esconder bajo sus calzones algún arma o aquellas que encabezan algún rescate de un capo que están a punto de trasladar a un juzgado. El título no tendría sentido si no se encontraran allí también las reinas de la belleza, las que gracias a sus relaciones o vínculos familiares, se hicieron de una corona que las mostrara al mundo como soberanas de la belleza y aquellas que gracias a esta distinción fueron ubicadas, acogidas y robadas incluso por algún narcotraficante. Miss Narco es sin duda un libro que hay que leer, que disfrutar y que sufrir, porque para infortuna de muchas, es un libro de periodismo, que recoge y muestra la realidad en que está inmerso este país. Javier es de Sinaloa, de Culiacán para ser más específicos, y nos muestra como cotidianamente lo hace en RÍODOCE esta realidad del narcotráfico, así de llana, así de violenta y así de trágica, como a él le ha tocado vivir y como él se ha comprometido a narrar.
- Alejandro Almazán: Me da gusto estar aquí, con Magallanes, nuevamente con mi carnal Javier, ustedes van a pensar bueno es que los que vienen a presentar libros siempre son compas, y si la verdad es que si eso ocurre, siempre queremos que no venga aquí un cabrón que venga a cuestionar y además no les cobramos, así que lo hacemos como amigos. Yo les quiero contar primero algo sobre Javier, cuando yo lo conocí obviamente ahora ya tiene 25 o 30 kilos menos, pero cuando yo lo conocí era este hombre grande, enorme…pero la verdad una de las cosas que yo encontré en Javier es esta nobleza que tienen Javier, es un tipo que empezó en la música y terminó en las letras, creo que trae la música y en sus textos se ve, la musicalidad, creo que siempre ha entendido que hay que darle a la otra persona ese tono en la vida, y él se lo da con las historias. A mí cuando me llegó Miss Narco, me llegó a donde yo trabajaba, pensé que Javier me lo había mandado pero la verdad era que me lo había mandado la editorial, me acuerdo que llegué en ese momento con el que era mi editor é en ese momento con el que era mi editor y le dije, oye, hay que publicar algo de este libro, está buenísimas las historias, y mi editor me dijo lo leemos y vemos cuál historia publicamos. Al día siguiente mi editor se negó a hacerlo por creer que no valía la pena, sin embargo el tiempo me ha dicho que sí valió la pena, que se trataba de un gran libro. Encontró el tono, supo lo que tenía que contar y lo que tenía que contar son estas historias de mujeres. Esta la historia de doña Aurora, de Carolina, de Laura Zúñiga, y yo quisiera preguntarte Javier, de todas estas historia que van desfilando debe haber una que te duela, que tenga algo en especial, y quisiera que contaras cuál es y por qué.
- Javier Valdez: Bueno pues gracias por estar aquí, casi todas me dueles y las gozo al mismo tiempo. Tú acabas de mencionar lo de gozar y sufrir, me acuerdo cuando fui al D.F. la primera vez que estábamos promoviendo Miss Narco y una conductora de un noticiero de radio, me dijo, entre comerciales, “sabes qué, yo no leí tu libro… lo sufrí”, fue el primer impacto que yo recibí de gente que se dedica a esto y al final me pregunté y ahora qué, yo creo que eso es muy chingón. Yo también lo sufrí, es muy intenso cuando uno escribe y aunque se le canse a uno el culo de estar sentado, porque en ese entonces escribía sentado en una silla de madera dura, no había cojín, en todos los sentidos de la palabra, y en la pinche sala, en una mesa redonda grande y todo mundo entraba y salía ahí en la casa de ustedes y yo escribiendo y nomás me levantaba a mear, lo cual es mucho porque yo soy muy meón, y a tomar agua y el cafecito, fue muy intenso , pero si una historia que me tiene muy orgulloso y sobre todo porque sigue viva, latente, es la de Alma Trinidad, se llama Sobreviviente. Esta señora es una tipa joven, de mi edad, 22 años, tres hijos, contadora, y le llegaban a ella en su oficina en el confort de su oficina, llegaban y le decían, oye Alma, fíjate que mataron a fulano y ella siempre contestaba, qué habrá hecho, por algo será y luego oía las manifestaciones y criticaba a la gente, pinche gente, quitándonos el paso libre, bloqueando los edificios, afectando los servicios públicos de los usuarios y de repente su hijo está en un taller mecánico en Culiacán y llega un grupo armado, todos con fusiles AK 47 encapuchados y dice uno de ellos, a chingar a su madre todos y los mataron, mataron a nueve chavos, tres de ellos clientes, y el chavito este Cristóbal, 17 años tenía, tipo noble, conocido en el barrio, Tontóbal, le decían por su nobleza y era hijo de Alma Trinidad, y Alma Trinidad ahora encabeza actos de protesta y ella sabe ahora que esto del que nada debe nada teme no tiene vigencia, ya no comete la estupidez de decir o de comentar, pues algo habrá hecho, porque su hijo no había hecho nada. Y me gusta mucho esta historia, porque ustedes ven el título y van a decir no…otra vez el pinche narco, le digo a un reportero de la policíaca de este libro y me dijo “no, déjame descansar, otra vez, pinche narco”, no es el tratamiento policiaco del narco, es un tratamiento más humano y yo retrato en el caso de Alma Trinidad, aunque vienen casos de narcas, de buchonas, aunque vienen casos de narcas, de buchonas, esta tipa que quiere rescatar al esposo porque saben que lo van a matar, efectivamente lo matan ella no logra rescatarlo, de las misses, otras mujeres impuestas por el narco en el carnaval de Mazatlán impuestas por el narco como reinas de la belleza o mujeres asesinadas que no tienen nada que ver, y el de Alma Trinidad que es una historia heroíca, ella se enfrenta al narco, ella trae en la garganta, se le atora, como cuando uno quiere llorar y no puede, el nombre del capo que tiene responsabilidad de la matanza esta de 9 personas incluido su hijo, pero no lo dice porque su sabe que si lo dice la van matar a ella, y van a ir por sus otros hijos, pero ella no ceja, anda tocando puertas de las madres de parientes de otros muertos de este escenario generado por el narco pero nadie jala y a sus actos de protesta van 10 o 15 personas, entonces ella nos da una muestra de los genitales que le faltan a este país, nos evidencia la falta de ciudadanía y esto es lo que me tienen a mí contento, orgulloso en mi trabajo de periodista pero además de poder contarla, y esa historia que se llama Sobreviviente a mí me emociona mucho.
- Alejandro Almazán: Hablas de contar historias, y en efecto Javier es un contador de historias, ha hecho un semanario muy chingón en Ríodoce. Dado que eres un cazador de historias, cómo surge Miss Narco (porque me acuerdo todas las veces que nos fuimos a pistear al Guayabo,es un bar, nunca me habló de Miss Narco). Dónde te surge la idea, cagando comiendo, dónde, dónde dices esta es la historia que tengo que contar, todos estamos contando cosas del narco, pero Javier dice yo voy a contar una historia de distinta del narco
- Javier Valdez: Bueno yo estaba trabajando el tema del narcotráfico desde hace casi 8 años en Ríodoce, tenga cerca de 20 años en los medios periodísticos, osea empecé como a los 7 años por eso puede que no les cuadren los años, y los de la editorial Aguilar se enteraron de mi trabajo me pidieron un proyecto y la verdad fue muy intenso fue sorprendente yo no era un libro que estaba buscando y salió, era un material que yo tenía recolectado desde hace tiempo, pero trabajado como crónica siempre o como reportaje, pero para un medio impreso de manera inmediata, para Ríodoce y acordamos que podíamos sacar adelante este proyecto, yo les decía que teníamos que trascender las historias de las misses y entonces contar todo el fenómeno de las mujeres en el narco es decir las que están placenteramente metidas en el narco como esta tipa que le habla al novio narco que le dice que volvió a chocar, las mujeres que están ahí por la lana, porque les dan una camioneta de modelo reciente un departamento. O las mujeres que por necesidad económica por necesidad como Carolina que se casó con un capo que terminó enloquecido consumiendo droga siendo ella su esposa, llegó a violarla y usó a sus hijos para traficar mariguana y cocaína y entonces son historias en donde la realidad se impone. Pero también en las otras historias, las de las narcas, buchonas, las que empuñan un arma de fuego, como la que les digo de Renata que quiere rescatar a su esposo porque sabe que lo van a trasladar para una diligencia del penal al juzgado y ella arma a varias personas entre ellas a varias mujeres, les paga diez mil pesos a cada uno para rescatar al esposo porque había una amenaza de muerte, finalmente la detienen, la desactivan no pasa nada, y al tipo lo matan entre treinta en la cárcel con cincuenta puñaladas, era una sentencia ya. Y están las otras historias de las misses y aparte las historias de las mujeres que luchan contra el narco como Carolina, la mujer que se casó con un narco que abusaba de ella, luchó contra él, luchó contra este escenario, contra parte de su familia y logró salirse, separarse de este tipo, salvarse ella a pesar de muchas agresiones físicas y psicológicas, logró salvarse ella y a sus hijos y ahora vive lícitamente en Culiacán, obviamente es un pseudónimo. Y hay en esta historia personajes emblemáticos del narco y bueno como me entero de historias en la calle, para reportera para escribirlas, las historias te llegan por todos lados, tú estás platicando con un taxista, el mesero, hay gente que sabe que uno se dedica a esto y se acercan y dicen, fíjate que tengo una historia y te la voy a contar. Y entonces yo creo que el reportero desgraciadamente ha caído en un trabajo de rutina, muy burocrático, puede toparse con estas historias y no las ve, las historias lo abofetean, lo atropellan, pasan por encima de él y no las ve, se le suben en el cogote, por qué, porque él ya entregó todo su material a la redacción, cuatro, cinco, seis o siete notas y ya no es periodista, va rumbo a su casa, pueden pasarle muchas cosas en ese trayecto pero si no tiene la sensibilidad y ano es periodista, anda con este esquema de la rutina, está oxidado, no abre los ojos ni sus sentidos antes determinadas conversaciones, hechos, en la banqueta, el bar, el restaurante, la plazuela, los boleros, sino está atento, si no se considera un reportero de 24 horas no va a haber estas historias. Yo he tratado de ser sensible a este material que se me presenta todos los días, hay cosas que de plano no publicas.
- Alejandro Almazán: Culiacán es una ciudad muy cabrona, cuando uno llega por primera vez ahí pareciera que se siente el miedo todo el tiempo, pero ya después uno se acostumbra y uno vive a toda madre. Sin embargo Javier vive allí y está en la boca del lobo y no es fácil contar estas historias, incluso en Ríodoce, cuando los narcos están ahí, que el narco es el vecino, algo cotidiano, porque el narco es como el polvo. Cómo contar estas historias en una ciudad donde están los capos. Y otra pregunta, ¿las mujeres entran al narco por amor?
- Javier Valdez: Bueno lo de Culiacán, es cómo reportear, cómo construir todo esto. Pues es muy difícil, yo tengo que ocultar mucha información de estas historias para seguir escribiendo, conformarme con contar una parte de lo que está pasando. Y evitar mencionar personajes que son operadores del narco y que son gente muy poderosa y lo que yo he pretendido no es tanto revelar identidades, operaciones, tratar de evitar que mis historias sean de primera plana, de portada, y estridentes, sino contar lo de abajo, cómo se vive el narco, y evito mencionar a estos gatilleros, porque es gente muy peligrosa que está protegida por la policía pero además es increíble cómo uno se topa con el narco todos los días, todos los caminos conducen al narco…entonces vivir ahí ser periodista y tratar de contar lo que está pasando, hacer lo que te toca hacer como comuncador, es muy difícil entonces uno tiene que aprender a cambiar el temporal, a disfrazar la información, a darle cierto aire de ficción, a no ubicar que fue frente al mercado, en la presidencia municipal, en el cementerio en tal colonia, que fue tal capo, pero sí contar lo que pasó, vestirlo de alguna manera, lanzar pirotectnia, disfrazarlo, pero sí contarlo, yo creo que es más grave el número de homicidios en Sinaloa que son cerca de dos mil 200 en el año y 6 mil en seis años en los que está terminando el gobierno del estado en Sinaloa, es peor contar la vida de los sinaloenses la vida de los vivos que la de los muertos, es peor contar las historias de las balaceras, porque la gente que estamos ahí estamos muriendo lentamente, esa forma de vida no es vida, eso de andar siempre con el culo apretado, de andar con el pinche espejo retrovisor mirando quien nos sigue, sin es el mismo carro que salió contigo de tal centro comercial, saludar a alguien y no decir cómo te llamas ni a qué te dedicas, enterarte que alguien que es amigo tuyo o un pariente no se anima a decir que Javier Valdez es su hermano, su primo, su compañero, esa vida de paranoia de psicosis, de andar siempre con miedo, de que tus hijos te cuestionen. Un día me sorprendió un tipo en una cantina que andaba pidiendo cooperacha que porque estaba enfermo y me dice usted es periodista verdad, no le vi cara de matón al tipo y le dije si, y me dijo, “no se preocupe, no le voy a decir a nadie”. Hay gente que en un café me dice, hazte para allá cabrón, bueno pero por qué, huelo mal o qué, no, es que no quiero que me salpiques, no quiero que me toque a mí, y te puedes reir, pero al tiempo pensar ¡cómo chingan!, de plano esta es una especie de condena, esa vida no es vida, tenemos derecho a una vida más apacible, que no haya impunidad, pero no, en este país no existe no. Y lo otro que me preguntabas, yo creo que si puede haber historias de amor en el narco, así como hay de odio y hay sueños y pesadillas, si las hay, pero pueden darse después, de que la primera atracción, el primer guiño es el pinche trozal de oro, es la cadenota, el anillo que ocupa tres dedos con un cuerno de chivo encima con brillantes, ese es el primer guiño. Puede que las chavas se enamoren del tipo, porque también hay en el narco gente que no es abusiva y que no anda con actos prepotentes, puede que se enamoren de un tipo que las trata bien, pero de entrada yo no creo que sean historias de amor, puede que se den después, pero de entrada son amor a la lana, a la cheyenne, al departamento, a que le pongan un negocio. Hay una historia terrible de una tipa a la que le encantaba tocar con un narco casado, son mujeres a las que no les importa ser amantes, pero muy chingón para ellas porque tienen dinero, viajes, ropa, y yo me acuerdo que esta tipa fueron al motel, no sé a qué, yo me pregunto a qué chingaos va la gente a un motel, y ahí en plena jauría carnal ella le saca un tema que a él le encabrona y le dice oye y tu mujer y la chingada en un acto de celos. Él se encabrona y la hinca chingazos y agarra la cerveza, la bate, la abre y se la echa, lo que me parece indigno, cobarde, vil abusivo. Y esta tipa al otro día, va por un pinche centro comercial y ve unos zapatos carísimos, como a ellos les gusta, que brillen siempre, y le habla y le dice ay amor qué crees, vi unos zapatos que me encantaron, osea le vale madre que el tipo pase por encima de ella no, ella lo que quiere es la lana, no hay dignidad, no hay valores, no hay valentía, no hay humanidad, pero creo que ante todo siempre es el ejercicio de poder, la lana, el cabrón poderoso que tiene mucho dinero, que tiene joyas y que le puede dar viajes y camionetas…
- Juan Carlos Magallanes: En la última página del libro, los editores decidieron incluir un mail que les mandó Javier donde les cuenta cuando ellos ya estaban a punto de cerrar la edición del libro y les manda un mail diciéndoles que les acababan de echar un granadazo ahí a la redacción de Ríodoce, y de alguna manera tocabas el riesgo el susto, de estar cubriendo este tipo de noticias. Hay una historia, la de la mamá del señor de los cielos, ella no muy frecuentemente da acceso a los medios y Javier consiguió estar ahí, cómo vivir esta profesión, estamos en un encuentro de periodismo en donde se habla del peligro que corren los periodistas, Javier está en un estado que es el segundo lugar de homicidios luego de Ciudad Juárez, cómo vivir allí, con hijos, con esposa, y haciendo estas historias
- Javier Valdez: Es difícil, sinceramente. Tengo un morrito de 12 años, está en primero de secundaria y yo desde los 8 años veía a los viejitos leyendo el Sol del Sinaloa que era el periódico más leído, les hablo de 25 años atrás, y los veía leyendo el periódico y tomando café, en la mañana y yo iba y buscaba el periódico. Y así veo a mi hijo ahora yo, cuando él tenía ocho años yo le preparaba una vez el desayuno y él hojeando el periódico y uno puede pensar está viendo deportes, lucha libre, chivas, y no, estaba leyendo la local, la nacional, la policíaca, la cultural, y luego me dice, papá cómo es posible que ayer hubo trece muertos y este operativo donde hay 2500 policías de qué sirve, un morro de esa edad hablándome de eso, no es información que yo le haya dado, es información que él recolecta y la conserva. Entonces yo prefiero decirles a mis hijos mira un narco es así y así, por ejemplo te diste cuenta, aquel que vimos allá es narco, es muy evidente, claro no traen pancarta, pero al narco le gusta que tú sepas que es narco, es un narco así mequetrefe, estridente, y quiere que lo veas para que le tengas miedo, o para que no lo veas, quiere que te des cuenta que está ahí para que no lo veas, y entonces yo prefiero contarles eso. Cuando aventaron la granada al periódico, fue un ramo muy bonito de colores, calibre cuarenta fue con la intención de afectar la instalación, pudo haberse incendiado el periódico porque en esa parte hay solventes, en la imprenta, afortunadamente había una mueble muy viejo de los de antes, y quedó atrapado el explosivo entre el escritorio y la cortina de acero, se abollaron los muebles nada más, fue en la madrugada, querían espantarnos, mandarnos un mensaje de amor, entonces yo prefiero contarles eso: hay tantos muertos, pasó esto, pero sí se quiebra uno cuando por ejemplo mi hijo Francisco quien es el que más lee los periódicos, me pregunta a mí que si corro peligro y ahí no sé qué contestarle. Sin embargo prefiero que sepan cómo enfrentar estas situaciones. Tengo una hija de 16 años y va a fiestas y me preocupa que salga en la noche pero lo que le digo es que si vas a la fiesta con gente de tu confianza y ves narcos retírate, ves gente armada, retírate, si con los que llegaste no te quieren llevar de regreso busca un teléfono, si no tienes uno búscalo, ve con un vecino, sal a una calle transitada, toma un taxi, voy por ti y si vienen por aquí por la casa y disparan contra nosotros o contra un vecino, no hay que asomarse, hay que tirarse al suelo y reptar, arrastrarse, nada de gritar, hay que agacharse, ni siquiera en cuclillas, porque hay que pasarse al fondo porque ahí es menos posible que lleguen las balas, entonces uno entrena a los hijos para la guerra, los entrenas para la guerra, nomás falta que les pongas el pinche casco y el chaleco anti balas que no son gran cosa, terminas en ese ambiente entrenando a tu familia para el fin del mundo, diciéndole puede pasar esto, tú agáchate, tú no grites, mi hija en año nuevo me decía antes de las 12 que ya iba a empezar la hora feliz y que se iba a meter al baño, y estuvo chingue y chingue hasta que le pregunté bueno y por qué al baño, por qué la hora feliz, porque empieza a usar la gente sus armas de fuego para festejar el año nuevo, a bueno y por qué en el baño, porque es el lugar más seguro, ahí no hay ventanas para la calle. Y eso no lo cuentan los periódicos, porque estamos contando los muertos, las balas, los detenidos, es el discurso del gobierno que a todos nos tiene artos, y vemos un encabezado que dice violencia, narcos, y no queremos saber nada, pero no contamos las historias de las personas involucradas con el narco y esta es mi tirada no…
- Alejandro Almazán: Por qué sigue escribiendo del narco, vamos a seguir contando del narco mientras haya narco…
- Alejandro Almazán: Culiacán es una ciudad muy cabrona, cuando uno llega por primera vez ahí pareciera que se siente el miedo todo el tiempo, pero ya después uno se acostumbra y uno vive a toda madre. Sin embargo Javier vive allí y está en la boca del lobo y no es fácil contar estas historias, incluso en Ríodoce, cuando los narcos están ahí, que el narco es el vecino, algo cotidiano, porque el narco es como el polvo. Cómo contar estas historias en una ciudad donde están los capos. Y otra pregunta, ¿las mujeres entran al narco por amor?
- Javier Valdez: Bueno lo de Culiacán, es cómo reportear, cómo construir todo esto. Pues es muy difícil, yo tengo que ocultar mucha información de estas historias para seguir escribiendo, conformarme con contar una parte de lo que está pasando. Y evitar mencionar personajes que son operadores del narco y que son gente muy poderosa y lo que yo he pretendido no es tanto revelar identidades, operaciones, tratar de evitar que mis historias sean de primera plana, de portada, y estridentes, sino contar lo de abajo, cómo se vive el narco, y evito mencionar a estos gatilleros, porque es gente muy peligrosa que está protegida por la policía pero además es increíble cómo uno se topa con el narco todos los días, todos los caminos conducen al narco…entonces vivir ahí ser periodista y tratar de contar lo que está pasando, hacer lo que te toca hacer como comuncador, es muy difícil entonces uno tiene que aprender a cambiar el temporal, a disfrazar la información, a darle cierto aire de ficción, a no ubicar que fue frente al mercado, en la presidencia municipal, en el cementerio en tal colonia, que fue tal capo, pero sí contar lo que pasó, vestirlo de alguna manera, lanzar pirotectnia, disfrazarlo, pero sí contarlo, yo creo que es más grave el número de homicidios en Sinaloa que son cerca de dos mil 200 en el año y 6 mil en seis años en los que está terminando el gobierno del estado en Sinaloa, es peor contar la vida de los sinaloenses la vida de los vivos que la de los muertos, es peor contar las historias de las balaceras, porque la gente que estamos ahí estamos muriendo lentamente, esa forma de vida no es vida, eso de andar siempre con el culo apretado, de andar con el pinche espejo retrovisor mirando quien nos sigue, sin es el mismo carro que salió contigo de tal centro comercial, saludar a alguien y no decir cómo te llamas ni a qué te dedicas, enterarte que alguien que es amigo tuyo o un pariente no se anima a decir que Javier Valdez es su hermano, su primo, su compañero, esa vida de paranoia de psicosis, de andar siempre con miedo, de que tus hijos te cuestionen. Un día me sorprendió un tipo en una cantina que andaba pidiendo cooperacha que porque estaba enfermo y me dice usted es periodista verdad, no le vi cara de matón al tipo y le dije si, y me dijo, “no se preocupe, no le voy a decir a nadie”. Hay gente que en un café me dice, hazte para allá cabrón, bueno pero por qué, huelo mal o qué, no, es que no quiero que me salpiques, no quiero que me toque a mí, y te puedes reir, pero al tiempo pensar ¡cómo chingan!, de plano esta es una especie de condena, esa vida no es vida, tenemos derecho a una vida más apacible, que no haya impunidad, pero no, en este país no existe no. Y lo otro que me preguntabas, yo creo que si puede haber historias de amor en el narco, así como hay de odio y hay sueños y pesadillas, si las hay, pero pueden darse después, de que la primera atracción, el primer guiño es el pinche trozal de oro, es la cadenota, el anillo que ocupa tres dedos con un cuerno de chivo encima con brillantes, ese es el primer guiño. Puede que las chavas se enamoren del tipo, porque también hay en el narco gente que no es abusiva y que no anda con actos prepotentes, puede que se enamoren de un tipo que las trata bien, pero de entrada yo no creo que sean historias de amor, puede que se den después, pero de entrada son amor a la lana, a la cheyenne, al departamento, a que le pongan un negocio. Hay una historia terrible de una tipa a la que le encantaba tocar con un narco casado, son mujeres a las que no les importa ser amantes, pero muy chingón para ellas porque tienen dinero, viajes, ropa, y yo me acuerdo que esta tipa fueron al motel, no sé a qué, yo me pregunto a qué chingaos va la gente a un motel, y ahí en plena jauría carnal ella le saca un tema que a él le encabrona y le dice oye y tu mujer y la chingada en un acto de celos. Él se encabrona y la hinca chingazos y agarra la cerveza, la bate, la abre y se la echa, lo que me parece indigno, cobarde, vil abusivo. Y esta tipa al otro día, va por un pinche centro comercial y ve unos zapatos carísimos, como a ellos les gusta, que brillen siempre, y le habla y le dice ay amor qué crees, vi unos zapatos que me encantaron, osea le vale madre que el tipo pase por encima de ella no, ella lo que quiere es la lana, no hay dignidad, no hay valores, no hay valentía, no hay humanidad, pero creo que ante todo siempre es el ejercicio de poder, la lana, el cabrón poderoso que tiene mucho dinero, que tiene joyas y que le puede dar viajes y camionetas…
- Juan Carlos Magallanes: En la última página del libro, los editores decidieron incluir un mail que les mandó Javier donde les cuenta cuando ellos ya estaban a punto de cerrar la edición del libro y les manda un mail diciéndoles que les acababan de echar un granadazo ahí a la redacción de Ríodoce, y de alguna manera tocabas el riesgo el susto, de estar cubriendo este tipo de noticias. Hay una historia, la de la mamá del señor de los cielos, ella no muy frecuentemente da acceso a los medios y Javier consiguió estar ahí, cómo vivir esta profesión, estamos en un encuentro de periodismo en donde se habla del peligro que corren los periodistas, Javier está en un estado que es el segundo lugar de homicidios luego de Ciudad Juárez, cómo vivir allí, con hijos, con esposa, y haciendo estas historias
- Javier Valdez: Es difícil, sinceramente. Tengo un morrito de 12 años, está en primero de secundaria y yo desde los 8 años veía a los viejitos leyendo el Sol del Sinaloa que era el periódico más leído, les hablo de 25 años atrás, y los veía leyendo el periódico y tomando café, en la mañana y yo iba y buscaba el periódico. Y así veo a mi hijo ahora yo, cuando él tenía ocho años yo le preparaba una vez el desayuno y él hojeando el periódico y uno puede pensar está viendo deportes, lucha libre, chivas, y no, estaba leyendo la local, la nacional, la policíaca, la cultural, y luego me dice, papá cómo es posible que ayer hubo trece muertos y este operativo donde hay 2500 policías de qué sirve, un morro de esa edad hablándome de eso, no es información que yo le haya dado, es información que él recolecta y la conserva. Entonces yo prefiero decirles a mis hijos mira un narco es así y así, por ejemplo te diste cuenta, aquel que vimos allá es narco, es muy evidente, claro no traen pancarta, pero al narco le gusta que tú sepas que es narco, es un narco así mequetrefe, estridente, y quiere que lo veas para que le tengas miedo, o para que no lo veas, quiere que te des cuenta que está ahí para que no lo veas, y entonces yo prefiero contarles eso. Cuando aventaron la granada al periódico, fue un ramo muy bonito de colores, calibre cuarenta fue con la intención de afectar la instalación, pudo haberse incendiado el periódico porque en esa parte hay solventes, en la imprenta, afortunadamente había una mueble muy viejo de los de antes, y quedó atrapado el explosivo entre el escritorio y la cortina de acero, se abollaron los muebles nada más, fue en la madrugada, querían espantarnos, mandarnos un mensaje de amor, entonces yo prefiero contarles eso: hay tantos muertos, pasó esto, pero sí se quiebra uno cuando por ejemplo mi hijo Francisco quien es el que más lee los periódicos, me pregunta a mí que si corro peligro y ahí no sé qué contestarle. Sin embargo prefiero que sepan cómo enfrentar estas situaciones. Tengo una hija de 16 años y va a fiestas y me preocupa que salga en la noche pero lo que le digo es que si vas a la fiesta con gente de tu confianza y ves narcos retírate, ves gente armada, retírate, si con los que llegaste no te quieren llevar de regreso busca un teléfono, si no tienes uno búscalo, ve con un vecino, sal a una calle transitada, toma un taxi, voy por ti y si vienen por aquí por la casa y disparan contra nosotros o contra un vecino, no hay que asomarse, hay que tirarse al suelo y reptar, arrastrarse, nada de gritar, hay que agacharse, ni siquiera en cuclillas, porque hay que pasarse al fondo porque ahí es menos posible que lleguen las balas, entonces uno entrena a los hijos para la guerra, los entrenas para la guerra, nomás falta que les pongas el pinche casco y el chaleco anti balas que no son gran cosa, terminas en ese ambiente entrenando a tu familia para el fin del mundo, diciéndole puede pasar esto, tú agáchate, tú no grites, mi hija en año nuevo me decía antes de las 12 que ya iba a empezar la hora feliz y que se iba a meter al baño, y estuvo chingue y chingue hasta que le pregunté bueno y por qué al baño, por qué la hora feliz, porque empieza a usar la gente sus armas de fuego para festejar el año nuevo, a bueno y por qué en el baño, porque es el lugar más seguro, ahí no hay ventanas para la calle. Y eso no lo cuentan los periódicos, porque estamos contando los muertos, las balas, los detenidos, es el discurso del gobierno que a todos nos tiene artos, y vemos un encabezado que dice violencia, narcos, y no queremos saber nada, pero no contamos las historias de las personas involucradas con el narco y esta es mi tirada no…
- Alejandro Almazán: Por qué sigue escribiendo del narco, vamos a seguir contando del narco mientras haya narco…
Javier Valdez: El de periodista es un oficio muy mal pagado, es lamentable que en esta país los reporteros estén tan mal pagados, independientemente del riesgo, creo que es una labor muy importante que puede generar democracia, que puede hacer que esto cambie, que la gente tome conciencia, que la gente aproveche a los medios y que les de la importancia que tienen. Hay historias en las que las balas pasan muy cerca, porque es gente que te soñó muerto, que pensaban que no se iban a morir tan pronto, y hay gente que se ha ido y que cala. Vivir en Chihuahua es una asechanza permanente, un lugar con diez muertos al día, no tengo ninguna amenaza en mi contra.
- Miss Narco es un ramillete de flores negras que cuenta, que descubre, que arrebata con sensualidad la intimidad de mujeres que bien podrían ser sólo cifras que ríen con amargura de sí mismas ante su reflejo en exceso real y sangriento.
- Miss Narco es la cercanía apabullante del lado oscuro en la vida de las mujeres, común y cotidiano, el mundo en donde se convive a diario con la droga, con su siembra y su cosecha, su trasiego y sus balazos, en donde basta un salto pequeño para estar del otro lado, como quien parte de la sierra a la ciudad.
- Muchas nacen entre el narco como se nace entre la pobreza y sin haberlo decidido siquiera, vienen marcadas desde antes de nacer, ya hecho su destino.
- Se puede olvidar en el transcurso de la lectura que Miss Narco no es ficción y hasta podríamos correr el riesgo de encariñarnos con la mamá del Señor de los Cielos que desde algún ángulo perverso podría parecernos una madre de plaza de mayo cualquiera.
Texto y fotos: Emma Aguado
- Miss Narco es un ramillete de flores negras que cuenta, que descubre, que arrebata con sensualidad la intimidad de mujeres que bien podrían ser sólo cifras que ríen con amargura de sí mismas ante su reflejo en exceso real y sangriento.
- Miss Narco es la cercanía apabullante del lado oscuro en la vida de las mujeres, común y cotidiano, el mundo en donde se convive a diario con la droga, con su siembra y su cosecha, su trasiego y sus balazos, en donde basta un salto pequeño para estar del otro lado, como quien parte de la sierra a la ciudad.
- Muchas nacen entre el narco como se nace entre la pobreza y sin haberlo decidido siquiera, vienen marcadas desde antes de nacer, ya hecho su destino.
- Se puede olvidar en el transcurso de la lectura que Miss Narco no es ficción y hasta podríamos correr el riesgo de encariñarnos con la mamá del Señor de los Cielos que desde algún ángulo perverso podría parecernos una madre de plaza de mayo cualquiera.
Texto y fotos: Emma Aguado