Cientos de acambarenses respondieron a la convocatoria del poeta Javier Sicilia refrendando el poder de la palabra genuina, honesta, verdadera, poderosa. Aquí como en muchos lugares de México, se realizó una marcha que reiteró el clamor por la paz en una guerra que ha cobrado víctimas civiles e inocentes.
Discurso de Acámbaro. 8 de mayo de 2011.
Cada niño y cada niña en la calle es una herida abierta. Cada uno de esos pequeños y pequeñas que camina en este país desamparado no sólo es pena, tristeza, pérdida, también es incógnita. ¿Que será de nuestros niños en el futuro? ¿Qué pasará con su vida? ¿Hacia dónde torcerán su gana, su necesidad, su búsqueda?
Porque la noche que atravesamos tiene un rostro y un nombre, se llama violencia, guerra, ignominia. Pero también se llama impunidad, injusticia, irresponsabilidad.
El Acámbaro de hoy no se parece en muchas cosas al de hace a penas unos años. Ahora en Acámbaro hay asesinatos a plena luz de día, a media calle. Hay policías encapuchados circulando a todas horas por nuestras calles. Hay soldados patrullando. Hay retenes. Pero no solo eso. Hay secuestros, levantones, extorsión, asaltos, robos. Ahora, cuando un hijo, una madre, una hermana sale de casa, nadie puede estar seguro si regresará a salvo.
El gobierno dice que está combatiendo el crimen. Y justifica los soldados, los policías. Hace a penas unos días toda nuestra ciudad vivió una jornada de zozobra. Cientos de camionetas llenas de armas circulaban a toda velocidad, en sentido contrario incluso. Vehículos sin placas, sin emblemas, sin torretas, ahora sabemos que eran policías federales. En su momento no se podía saber si eran delincuentes. Cruzaron las avenidas con los dedos sobre los gatillos, por las mismas calles donde caminaban nuestros hijos, donde circulábamos todos, porque las calles son nuestras calles, porque estamos vivos y tenemos derecho a transitar en paz.
El gobierno dice que está combatiendo al crímen, y que la violencia se ha recrudecido por ello, y además dice que tendrán que pasar años antes de que la cantidad de muerte disminuya. Y nosotros preguntamos: ¿No es que la violencia engendra más violencia? ¿Es acaso con armas, con asesinatos, con metralla, con sangre, la única manera de acabar con el crimen? ¿De qué familias son estas gentes que nos gobiernan? ¿No acaso en las familias mexicanas, acambarenses, nos enseñaron a sembrar concordia, armonía, y a usar el diálogo para construir la paz? ¿De dónde creen estos señores que llegan los niños y jóvenes que engruesan las filas del crimen? Del desempleo, de la carencia, de toparse con puertas cerradas.
Y el gobierno nos endeuda en el extranjero para comprar armas, helicópteros, munición, poder de fuego. Y nosotros preguntamos: ¿en dónde están las canchas deportivas, en dónde están los teatros, en dónde están las preparatorias, las universidades? ¿En dónde están las fuentes de empleo digno? ¿En dónde están los precios de garantía suficientes para los productos del campo? ¿En dónde quedaron nuestros Ferrocarriles Nacionales?
La guerra del gobierno está en las calles, pero comenzó antes, en la pauperización del campo, de la empresa nacional, de la industria mexicana. ¿Porque se van nuestros mejores hombres al norte a trabajar? Porque aquí no hay sustento. Porque sube el diesel, sube la semilla, sube el fertilizante, sube la maquinaria, y el precio de los granos es el mismo. ¿Qué clase de país es este, donde los campos fértiles están vacíos, donde nuestros campesinos deben irse con sus familias para sobrevivir?
¿Y dónde están las industrias? Las industria nacionales. ¿Acaso los mexicanos no podemos producir? ¿Porqué le regalan la tierra, la infraestructura y el dinero a los extranjeros, que pagan salarios de miseria y luego se marchan? ¿Porqué no ven a las industrias acambarenses?
El gobierno dice que está combatiendo el crimen. Y qué pasa en los tribunales y los juzgados. ¿Acaso no sabemos todos que la justicia se compra? El que tiene más dinero sale libre, y rápido. Las cárceles están llenas de pobres. Combaten el crimen, dicen, pero han hecho de la justicia una prostituta que se vende al mejor postor.
Combaten el crimen, dicen. ¿Dónde, dónde están los carteles, las campañas educativas, para orientar a nuestros jóvenes, para informarlos del daño que causan las drogas? ¿Y qué pasa con el consumo y el abasto? Combaten al crímen, pero el abasto de drogas crece. En este país y en el vecino del norte, el consumo de drogas ha crecido en estos años de “guerra”. Combaten el crimen y los señores del dinero engordan sus arcas lavándolo. Pero eso no lo ven. En ninguno de los dos lados de la frontera.
Nosotros decimos que no es cierto. No combaten el crimen organizado. Lo sustentan y lo usan, lo aprovechan, para crear miedo, para controlar al pueblo. Lo usan para legitimizarse. Es su herramienta para controlarnos.
Por eso hoy decimos alto. Ya basta. No más sangre, No más guerra. No más violencia.
Queremos mejores escuelas, mejores salarios, más trabajo, mejores precios a los porductos del campo, apoyo a la incipiente industria local, apoyo a la cultura, al deporte, a la salud, queremos ciclopistas, queremos un parque de eskate, queremos albercas, canchas dignas, queremos foros para nuestros músicos, para nuestros pintores y artistas. Queremos preparatorias públicas, y queremos ya aquí en Acámbaro a la Universidad de Guanajuato, o qué, ¿Acámbaro no es de este estado? ¿Porqué tantos años hemos sido relegados? ¿Acaso no contamos los acambarenses?
Así pues, como nos lo dijo aquí mismo el más noble y valiente de los acambarenses, don Raul Vera López, hay que señalar a quienes tienen la responsabilidad. Y son los gobernantes, municipales, estatales y federales, los encargados, los responsables, quienes juraron resguardar la paz social y la seguridad pública.
Por eso les decimos, si no pueden: ¡renuncien!
A los delincuentes, a todos, sean de la delincuencia organizada, de las calles, o sean de la delincuencia desorganizada, o sea del gobierno, les decimos: ¡Basta! Déjenos en paz. No se metan con nosotros, con el pueblo, con los ciudadanos. Por nuestra cuenta lleven toda la droga que quieran a los Estados Unidos. Alla ellos y allá ustedes. Pero hoy les exigimos: a nosotros déjenos en paz, dejen en paz a nuestros jóvenes, dejen en paz a nuestros comerciantes, dejen en paz a nuestros empresarios. Déjenos en paz. Déjenos en paz. Déjenos en paz.
Aqué estamos hoy cientos de acambarenses. Hoy hemos salido a las calles miles. Miles y miles de mexicanos, en México y en otros países del mundo. Aquí nos damos cuenta que no estamos solos. Que somos muchos. Y que estamos vivos. Aquí nos demostramos que valemos, que tenemos valor, que somos dignos, y que estamos dispuestos. Un joven comentó lo siguiente en el FB: “yo estoy muy dispuesto a luchar, a defender la verdad y lo que es justo”.
Esto estamos haciendo ahora. Por eso esto no es una “simple marcha”. Estamos demostrándonos a nosotros mismos que estamos dispuestos a luchar, a defender la verdad y lo que es justo. Y estamos demostrándonos que somos muchos y que podemos ser más.
El Acámbaro que queremos y merecemos solamente lo podemos construir nosotros. Juntos. Con esta disposición, con esta vida y dignidad que llevamos.
Ya hemos comenzado. Ya estamos andando. Ya emprendimos la marcha. Con toda esta disposición, con toda esta entrega, ve adentro de ti, urga en tu interior amorosamente y descubre tu grandeza, descubre tu poder, descubre tu belleza. Adentro de ti está esta fuerza que te ha traído aquí hoy. Adentro de ti está el poder de transformar mundos, de ser un demiurgo, un mago, un sabio. Adentro de ti está lo que es requerido para construir un mundo nuevo, colmado de armonía, paz y amor. Ve adentro de ti y descubre y muestra todo tu potencial humano, todo tu poder. No pierdas tiempo. El tiempo de vagar está agotado. Usa cada instante, ¡ahora!
Aquí nos seguiremos encontrando, seguiremos construyendo, seguiremos marchando.
Juntos, aquí, ahora, somos Acámbaro, somos México, somos humanidad.
¡Viva Acámbaro! ¡Viva México! ¡Viva la paz! ¡Viva la paz! ¡Viva la paz!