Isabel Rosales Juárez: la lucha por la vida
Isa subió al templete colocado enfrente de la presidencia municipal de Iguala. Sin importarle el calor que le hacía brotar gotas de sudor en la cara, tomó el micrófono sin titubear y antes de pronunciar palabra, pasó un rápido registro visual de quienes le acompañaban esa tarde. En un instante surgió de ella una voz templada que rindió con valentía un informe de la situación actual de violencia que vive su estado natal, su boca evocó a los desaparecidos, a los asesinados, sin importarle el miedo que asomaba en los rincones de ojos bien abiertos, sorprendidos.
Isabel Rosales Juárez es originaria de la Montaña Baja en la Costa Grande de Guerrero, actualmente radica en Chilpancingo. A ella la conocí el 11 de septiembre del 2011 durante la visita del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad al estado de Guerrero. A pesar de su juventud, con su trabajo se ha ganado el mote de luchadora social, además tiene una formación sociológica que le ha permitido analizar los sucesos actuales en México desde su propia experiencia de pobreza y marginación que han prevalecido en Guerrero.
Aquella tarde Isa, como parte de la Organización Taller de Desarrollo Comunitario, caminaba junto a cientos de personas que conformaban la marcha por el Malecón acapulqueño. Traía en su mano derecha un altavoz que usaba para gritar consignas –como mantras que fortalecen el espíritu y animan al cuerpo olvidar el cansancio-. La otra mano sostenía una manta con fotografías de los desaparecidos. Me acerqué a ella y aceptó conversar conmigo.
Mientras nos dirigíamos hacia el asta bandera, haciendo un camino largo, agotador, bajo el pleno rayo de sol, la joven luchadora social a la que había buscado desde Iguala y Chilpancingo, habló del Comité de Familiares Desaparecidos, Secuestrados y Asesinados en Guerrero, contó que a raíz de la desaparición de uno de sus compañeros de nombre Jorge Gabriel Siorán Silva el pasado 14 de marzo del 2007, su organización dio un giro de 360 grados porque anteriormente se dedicaban a la promoción y defensa de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, pero a raíz de la desaparición de su compañero entraron a lo que Isa llamó “la lucha por la vida”.
Esta nueva etapa significó para su organización un aislamiento y ruptura con otras organizaciones que no querían saber nada de desaparecidos o asesinados, “es una lucha de cuatro años en los que las familias han estado sufriendo la ausencia de su ser querido, la falta de certeza de saber qué ha pasado con su familiar: si está vivo, si está muerto, si lo golpean, si le dan de comer. Y también de preguntarse en caso de está muerto ¿dónde quedó? porque no hay tumba dónde llorar, a dónde llevar flores un día de muertos”. Por eso la guerrerense describe estos años como un viacrucis para todas las familias y para su organización, cuando desaparece un ser querido, “afecta la vida de sus familiares, sobre todo si el que se fue era el sustento de la casa. A muchas mujeres el mundo se les viene abajo, porque nunca habían trabajado, porque siempre habían tenido la quincena o la comida segura, no saben qué hacer con los hijos, con la casa, con ellas mismas, se les vienen problemas de salud, diabetes, presión arterial y todas la complicaciones que eso trae”. La joven agrega que no han tenido respuesta de las autoridades desde hace cuatro años y espera que el gobierno actual tenga otra actitud con ellos por lo que le han presentado un plan de que consiste en conformar un grupo táctico del estado que busque a los desaparecidos, que reabra los expedientes y sobre todo que siga las pistas de los familiares. Además quedaría un fondo de contingencia social para las familias, “porque nosotros decimos que, si cuando hay un terremoto o un huracán hay un fondo de contingencia para darles apoyo, yo creo que por humanidad debería de habar un fondo de contingencia para las familias que han sufrido las pérdida de un ser querido, porque también para ellos es un desastre”.
Actualmente en el Comité de Familiares Desaparecidos, Secuestrados y Asesinados en Guerrero hay 32 familias constituidas pidiendo informes de 25 desaparecidos y siete asesinados, “como organización nos estamos volviendo un poco todólogos, le hacemos a veces de abogados, de médicos, para ir sobrellevando a las familias, en particular estoy en la organización todos los días del año, no hay Navidad, no hay Año Nuevo, no hay Semana Santa”, además del arduo trabajo el Comité no recibe recursos de ninguna institución por lo que buscan allegarse de sustento, sobre todo buscando la aprobación de proyectos para beneficio comunitario que les dan un pequeño respiro, “porque esto de ser luchador social no es para hacerse rico”.La agrupación de apoyo trabaja en la mayor parte del estado, en la parte de la Sierra, en la Montaña Baja, territorio de la policía comunitaria, también en la parte de la Región Centro, en Taxco con los mineros. En el 2009 registraron amenazas directas al equipo, “nos decían que le bajáramos si no íbamos a formar parte de este mural de desaparecidos que tenemos en la manta”, pese a ello no han renunciado y han desarrollado estrategias de protección entre los propios miembros de la organización.
Y como dice el refrán candil de la calle oscuridad en su casa, el Comité ha sido reconocido en otros estados del país, incluso en el extranjero, pero Guerrero les ha dado la espalda. En el 2010, el 30 de agosto día del Detenido Desaparecido, iniciaron una campaña junto con organizaciones a nivel nacional; como parte de La Otra Campaña también participaron en actividades de carácter internacional por la presentación de los desaparecidos , “no hemos tenido mucho apoyo por parte de las organizaciones del estado. Inicialmente cuando desaparece Jorge recurrimos a las organizaciones de los derechos humanos para que retomaran el caso y lo primero que hicieron fue hacerse a un lado. La Procuraduría de los Derechos Humanos en el estado tampoco es garantía, muchos familiares no acuden con ellos porque de antemano saben que no harán nada por sus casos, para ellos significa un desaliento acudir a las autoridades, incluso en el Ministerio Público les dicen oiga no se meta, tiene más familia no le mueva, y cuando una autoridad dice eso, la moral se viene abajo”.
Isabel comparte que desde pequeña vio las injusticias, viviendo en el campo supo que el patrón siempre se queda con todo y que el trabajador siempre es trabajador, que nunca tiene nada, “de ahí me vienen esas ideas, cuando estaba niña decía que algún día cuando fuera grande haría algo por mi gente, por mi pueblo”. Al paso de los años y pese a la preocupación de su familia por ella, ha podido constatar que el miedo y la indiferencia son dos cadenas que mantienen a los mexicanos inmóviles, sabe por experiencia que cualquiera puede vivir una desaparición o un asesinato en carne propia y que la falta de sensibilización de la sociedad es un lastre que impide el desarrollo del país y remata “seguiré en esto hasta el final, hasta donde den las fuerzas”.
Para todos los que deseen contactarse con Isabel Rosales o con la organización les dejo algunos datos:
comitedesaparecidos@hotmail.com
Tadeco Organismo Civil en Facebook