Nacida apenas unos días
después del levantamiento popular, la única radio comunitaria que existe en
Cherán se llama Radio Fogata, actualmente ocupa un cuarto de oficina al interior
de lo que hoy es la sede de la Casa Comunal Cherán K’eri, en el corazón del
poblado michoacano. No es una cabina propiamente, la radio es apenas un
conjunto de computadoras, un micrófono prestado, sillas desvencijadas, una
consola vieja y unas cuantas mesas que resguardan un transmisor de 500 watts
con tapa abierta que evita su calentamiento, y que se logró comprar con el
apoyo de la comunidad a través de rifas, jaripeos, venta de aguas frescas y kermeses.
En un primer momento la Radio Fogata tenía un transmisor de pocos watts que se
quemó en el esfuerzo de llegar más lejos, ahora la radio abarca un espacio más
amplio de transmisión que puede llegar hasta Uruapan, incluso a Morelia, pero
que recientemente lucha por el espacio con otra estación perteneciente al
emporio de Televisa. Actualmente laboran en ella un total de veinte personas con
una responsabilidad compartida y pese a que en el pueblo cohabita otra estación
radiofónica, sólo ésta cumple hasta el momento con el papel de informar
principalmente del conflicto que se ha vivido desde el 15 de abril de 2011
cuando Cherán tomó en sus manos la seguridad y el mando de su territorio basado
en usos y costumbres heredados de sus antepasados indígenas.
Un sábado normal para Radio
Fogata tiene una programación dedicada a la música purépecha, a la música pop,
rock, reggae, romántica, rap, tradicional y programas dedicados a los niños. También
se abren espacios para hablar del cuidado de los animales, política, valores y
reflexiones, pero en sus inicios, durante el punto más agudo del conflicto, la
radio sirvió como punto de enlace e información, difundía comunicados y temas
políticos. Sus radioescuchas son habitantes de los pueblos circunvecinos,
muchos de ellos indígenas como Paracho, Pichátaro, San Felipe, Sebina y
Nahuátzen.
Visitamos el lugar el pasado
2 de febrero en el marco del inicio del Año Nuevo Purépecha celebrado este año
en Nahuátzen donde horas antes se había lanzado un comunicado llamando a los
pueblos indígenas a la defensa de sus territorios, y al llegar nos sorprendió
encontrar a dos jóvenes locutores de trece y veintidós años quienes nos
detallaron cómo ha sido el proceso de la Radio Fogata desde su experiencia, que
pese a sus cortos años, se ha enriquecido no sólo de conocimiento técnico
gracias a talleres y cursos que se les han impartido, sino también gracias a
sus ganas de mirar otra realidad en el pueblo en el que están creciendo. Así,
en medio de paredes adornadas con carteles con consignas revolucionarias,
dibujos recientes de niños y palabras de esperanza, ambos jóvenes contaron cómo
se han ido involucrando a través del micrófono en el proceso de restructuración
que ha vivido Cherán durante los últimos meses y en primer término trajeron a
su memoria cómo vivieron los días en los que la comunidad vivió sus días más
convulsionados.
“Es por gusto estar aquí.
Nadie nos paga nada. Es porque uno quiere expresar lo que no quiere el gobierno
que se sepa, se habla de que el rico tiene más poder que un pobre porque puede
comprar al gobierno y eso es lo que expresamos”, dice el mayor de los dos
jóvenes locutores de marcado origen purépecha. El día más fuerte fue el 15 de
abril cuando todo el pueblo estaba asustado, “recuerdo que por mi casa todos
los niños lloraban, gritaban por sus papás, como nadie se dio cuenta, todos se despertaron,
se fueron a trabajar porque el movimiento empezó en la madrugada, muchos
pensaron que era una fiesta porque sonaban las campanas de la iglesia, otros
andaban en el molino, en el mandado y cuando preguntamos qué pasaba nos dijeron
que ya el pueblo se había levantado poniendo un alto a la tala y nos dio gusto,
porque da lástima ver un bosque talado, ya en esos años no era ni andar a gusto
en el bosque porque salía algún maleante y amenazaba y quitaba dinero. Mi mamá
me dijo que no saliera, pero yo pensé si voy a morir, voy a morir por mi pueblo”,
cuenta el más joven de los dos.
Para el inicio del
levantamiento de Cherán, la radio aún no comenzaba transmisiones, pero los
jóvenes ya iban tejiendo en su memoria los acontecimientos, “es que el pueblo
ya estaba cansado, a los señores que tenían ganado en el monte se lo robaban,
ya no tenían respeto con ellos, los golpeaban, los amarraban en los árboles y
ese fue el temor de la gente, al año llegaron unos encapuchados y el pueblo los
corrió, fue cuando agarraron más valor. Se perdió una cosecha el año pasado
porque les daba miedo que los agarraran ahí en su milpa y se los llevaran, a
unos los agarraban y los desaparecían, unos si amanecieron muertos. Una semana
antes no sé quién empezó a lanzar volantes avisando que el pueblo se iba a
levantar para tal día, nadie supo quién fue, ya fue como a las tres de la
mañana se juntaron en el Calvario. Ese día yo fui a acompañar a un señor a
darle agua a su ganado, y se fue juntando mucha gente. Cuando bajamos ya había
carros encendidos de los que bajaban a talar madera, los detenían con piedras y
palos, el pueblo nunca usó armas”.
Cherán rodeada de
majestuosos bosques, ha sido asediada por los talamontes por muchos años
quienes con total impunidad y en contubernio con las autoridades asesinaron y
desaparecieron a mucha gente. Hace poco menos de dos años el pueblo decidió
poner un alto a la tragedia y haciendo uso de una forma de organización
antigua, instalaron fogatas, cuatro por cada cuadra en cada uno de los cuatro
barrios del pueblo, se convirtieron en centinelas, en vigilantes, todos
participaron, mujeres, hombres, jóvenes por igual sin distinción de rango
social u origen, todos defendiendo su territorio, abandonados por los
gobiernos. “Por donde vivo hay un señor que vende cuetes que se llaman pata de elefante y los repartió para que
avisaran a los vecinos si algo pasaba. Esa noche a la una de la mañana la gente
gritaba ¡que ya vienen, que ya vienen! Escuchábamos que tronaban cuetes,
desperté a todos y nos asustábamos porque decían que venían con armas fuertes.
Ya a los quince días dijeron: ¡vamos a hacer fogatas!, hicieron casitas, luego
era una convivencia con los vecinos, porque comían ahí todos los días, allí ya
fuimos reviviendo nuestras tradiciones. Yo miré que se perdonaban personas, se
juntaban de valor, de toda la gente no había diferencias entre rico o pobre”.
Los jóvenes narran los acontecimientos como lo
hacen muchos de sus coterráneos: con dolor visible en sus ojos que se va
filtrando en el tono de sus voces, pero también con el orgullo de quienes han
medido su valentía y se reconocen fuertes ante la tragedia. “Por donde yo vivo
ya no tenían miedo, porque ahí hay unos que son soldados retirados y empezaron
a entrenar a los de rondín, ahí se fueron amaizando, hay unos que se fueron al
cerro preparados. Como al mes unos volvieron al cerro y los mataron, luego hubo
muertos, emboscadas, un hombre al que torturaron, pero el gobierno lo escondió,
el periódico tapó todo eso. Un señor vio y grabó un poco lo que pasó, pero el
gobierno no deja saber a las comunidades qué es lo que pasa en el pueblo, sólo
lo que les conviene. Desde que llegaron los soldados si se paró algo, pero he
escuchado a muchas personas que dicen que cuando se vayan los soldados quién
sabe qué pase”.
Nos despedimos de los
jóvenes luego de conocer a detalle su infraestructura sencilla, su digna
rebeldía y sus ganas de ver en Cherán un pueblo distinto, libre, luminoso.
Ellos mismos han censurado materiales que dañan el tejido social como los narco
corridos o las letras ofensivas y superficiales. Sin duda hay planes para
equipar Radio Fogata con una cabina adecuada y con moviliario que les facilite
aún más sus transmisiones, pero eso depende del dinero que puedan reunir con
nuevos eventos organizados por ellos mismos, la mayoría jóvenes estudiantes
oriundos de la comunidad que están tomando la rienda de la comunicación en
Cherán. En pleno proceso de perfeccionamiento técnico y de contenido
radiofónico, mucha gente se siente orgullosa de la existencia de esta radio
comunitaria que tiene todavía muchos retos por delante.