Pocos recuerdan como Salvador Zarco director
del Museo de los Ferrocarrileros en México, que hace algunos años se truncó un
proyecto que hubiera podido agilizar el intercambio agrícola entre la región
pacífico norte hasta la capital del país, beneficiando a algunos estados como
Querétaro, Sinaloa y el propio Guanajuato. Se trataba de un corredor ferroviario
de doble vía electrificada que partía de la Ciudad de México hasta Guadalajara.
En 1994 hubo incluso más de 30 locomotoras eléctricas funcionando entre
Buenavista y Querétaro, pero la doble vía se concesionó en 1997 a TFM hoy Kansas
City Southern. Esta empresa decidió con una mano en la cintura desmantelar lo
recibido y tan solo una semana después incumplió con el título de concesión
argumentando que le estorbaban los trenes eléctricos. La SCT agachó la cabeza:
modificó la concesión para el beneficio de la transnacional en lugar de hacerla
cumplir con lo estipulado.
Don Salvador conoce como pocos la historia
del tren en México, mantiene una lúcida memoria sobre el proceso que vivió el
ferrocarril antes y después de su privatización, por eso recuerda que en 1992 el gobierno anunció que habría un “Programa
de Cambio Estructural” en Ferrocarriles Nacionales de México patrocinado por el
Banco Mundial, cuyo objetivo era “convertirse en una empresa eficiente, rentable
y competitiva”. Hoy el ferrocarril está al servicio sólo de las grandes
empresas satisfechas con la privatización, incluyendo a Carlos Slim y Germán
Larrea.
Pese a
las promesas los ferrocarriles no
generan beneficios al país, al contrario, causan molestias y evaden una
millonaria cantidad de impuestos gracias a una serie de condiciones que
lograron imponer entre las que se encontraban la desaparición de los trenes de
pasajeros con el fin de acelerar su paso por las vías de un solo sentido que
hay en México. Los ferrocarriles sirven hoy básicamente para el comercio de los
norteamericanos: como reloj suizo diariamente parte de Chicago un tren con
autopartes a Toluca y de Toluca rumbo a Chicago con autos recién armados.
Nuestro territorio es clave para el comercio entre la parte Este de la Costa
del Atlántico hacia el Pacífico con Asia, China, Japón e India, a través de tres
grandes puertos: Lázaro Cárdenas, Manzanillo, y Topolobambo. El gobierno poco
hace por regular las cosas.
Zarco que como muchos estuvo preso en
Lecumberri por trabajar de cerca con movimientos obreros particularmente con el
vallejista, hoy mira con tristeza lo que
ocurre en el país. Reconoce lo que desde
1944 lograron los ferrocarrileros de Acámbaro con la construcción de dos
máquinas de vapor, en contraste con lo que hoy pretende el gobierno: hacer más
grande la dependencia tecnológica con
otros países mientras convierte en esclavos a los trabajadores. Don Salvador está
seguro de que las recientes reformas, o contrarreformas como él las llama, legitiman
lo que por muchos años fue abuso de confianza de las grandes empresas. La
historia de la privatización del ferrocarril es clara, el problema es que a muy
pocos interesa.
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