La utopía purépecha




Entrevista al sacerdote Francisco Martínez

“A nosotros nos queda bien claro que territorio es algo mucho más grande que una posesión  que hoy se da y mañana ya no, porque territorio conlleva lazos de sangre, porque territorio no es otra cosa que una relación sagrada con la Madre Tierra… nosotros queremos dejar muy en claro que queremos ser purépecha… estamos decididos a defender nuestro territorio….”,  estas fueron algunas de las palabras pronunciadas en 2013 por el sacerdote de Nahuatzen Michoacán, Francisco Martínez días antes de que asesinaran en Pátzcuaro a su presidente municipal. Entonces el padre Pancho entregaba, rodeado de penumbra, la responsabilidad de ser carguero ante cientos de personas atentas a su mensaje, iluminado apenas por una enorme fogata situada sobre una improvisada yácata, símbolo de un año que apenas comenzaba.
Este 2014, los purépechas de las cuatro regiones se encontraron de nueva cuenta en Tarejero, comunidad perteneciente a la Cañada de los Once Pueblos. Un año después, con la ausencia de la policía comunitaria de Cherán en el festejo, el padre Francisco Martínez hizo presencia en el pueblo como parte del concejo que conforma la unidad purépecha que da la bienvenida al año cada 1 de febrero. A un año de lo sucedido conversamos con él sobre el significado de la fiesta purépecha, de la identidad indígena y de la situación política y social que vive actualmente el estado de Michoacán.
¿Qué significado la fiesta purépecha que da la bienvenida al año nuevo?
 La base fundamental de los cambios y de las conquistas sociales es el día ordinario: los 364 días del año son más importantes, es decir, en los días ordinarios hacemos  la obra negra, en el día de fiesta pintamos la casa y le ponemos flores. A veces hay mucho que celebrar, a veces no tanto, pero esta fiesta tiene principalmente  el objetivo de celebrar la purepecheidad. Se han vivido 500 años de injusticias, de opresiones, de cambios, de carácter aculturativo. Pero junto con la fiesta va la utopía, estamos celebrando lo que sentimos y lo que queremos ser, y a veces lamentando lo que estamos siendo en este momento. 
¿Hay cambios concretos?
Hablamos de utopía, no se vayan con la finta. La fiesta en un día del año no tiene chiste. En el pueblo purépecha lo hacemos de corazón y con una enorme facilidad, lo difícil es la lucha de los días ordinarios. Pero hay un cambio sustantivo, por ejemplo en Nahuátzen que era una comunidad muy grande que no se reconocía como purépecha, ahora a mucho orgullo dice la gente: somos purépecha, queremos ser purépecha y estamos dentro de la lucha por la autonomía, por la unidad.
Llama la atención su perfil religioso mezclado con la lucha social, ¿por qué?
No le doy importancia a eso, primero uno es hombre luego lo demás. La vocación de cualquier persona es la lucha por la patria, el servicio a la comunidad, y claro a distancias infinitas tenemos a grandes hombres que fueron curas. Estuve antes en la lucha del 68 y un año y medio en la cárcel como preso político. Tengo desde hace 37 años metido en la Meseta Purépecha, quise comprometerme con los más necesitados. Sentí que este medio me podía ayudar a luchar por las gentes más necesitadas, más marginadas. Después me di cuenta de que hay marginación en el desarrollo capitalista, y que el pensamiento el pueblo purépecha no está a la par, sino a veces a un nivel superior de la realidad nacional.
¿Qué repercusiones tuvo su mensaje de hace un año?
Fue un mensaje que tuvo una respuesta inmediata, nos pisotearon la cara al tercer día, el crimen organizado nos mató al presidente municipal como para decirnos “no le busquen, los dueños somos nosotros”. A nosotros no nos apantallan las guardias comunitarias, están bien, pero tiene más fuerza la guardia moral que forma una comunidad, la guardia intelectual: si tenemos nosotros una mentalidad fuerte, principios bien fundamentados, ni siquiera necesitamos lo demás. Lo que pasa en Michoacán es producto de gobiernos corruptos, que no están cumpliendo el papel que les encomendó el pueblo, es lamentable. Por eso más que luchar es mejor la lucha celular: por pequeños grupos se puede lograr más, el que mucho abarca poco aprieta. 
¿Qué esperan que suceda en unos años, para las próximas generaciones?
Autonomía, educación, la posesión de las tierras, autonomía en la posesión de los recursos renovables y no renovables, explotar a fondo nuestro pensamiento, llegar a tener una verdadera  filosofía purépecha, tener una cultura fuerte como la tienen los vascos en España, a que lleguemos a ser una nación purhé, dentro del país. La mentalidad no se mete a balazos, es muy despacio y difícil en grandes y en pequeños. En el  pueblo purépecha no vemos el tiempo como en la cultura capitalista, vamos despacio. La lucha es utopía, no sabemos realmente si lo vamos a lograr, pero pueblo sin utopía, no es pueblo.


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