Por Emma Aguado
“Yo ese día ya sentí algo, un
presentimiento me decía que no iba a llegar”, platicaba Rocío Torres Rodríguez
hace unos días mientras entrelazaba sus manos con desesperación, sonriendo
apenas con sus ojos grandes y cristalinos contenidos de lágrimas, “fuimos al
Ministerio Público ese mismo día pero nada más salió un policía, me dijo que
regresara al día siguiente a las diez de la mañana para ver a la licenciada que
levantaría el acta, regresé a esa hora pero ella llegó más tarde. ¡Pero tú se
la entregaste voluntariamente!, me dijo, ¡vas a ver que te la va a regresar, es
su padre, tiene derecho a verla!, aseguró la licenciada. Pero hasta hoy mi hija
no ha regresado”.
El pasado 21 de junio Antonio
Ramos Trejo se llevó a Ximena de dos años como lo venía haciendo todos los
fines de semana desde su divorcio con Rocío. No hacía mucho tiempo que un juez
le permitió ver a la niña tres horas una vez a la semana sin ninguna
supervisión a pesar de que se la había llevado de forma arbitraria en dos
ocasiones anteriores buscando que Rocío regresara con él. Las citas eran en el
DIF de Acámbaro y ambos firmaban ante una psicóloga la entrega y recepción de
la niña, ese día todo fue distinto: Rocío le entregó a la niña pero él ya no
regresó.
A partir de entonces Rocío comenzó
su propio viacrucis, perdió su trabajo porque no pudo justificar más sus faltas
y diariamente acude a una u otra oficina gubernamental para revisar los avances
del caso, pero Ximena no aparece. “Conocí al papá de la bebé hace cuatro años,
salimos, todo bien y después de un año nos casamos. Siempre fue muy raro,
después de casados cambió mucho, no me apoyaba en nada, me tenía limitada.
Hasta que decidí que no quería eso para mí, que estaba mejor sola que estando
con él. Empezó a chantajearme, se cortó las venas y me mandó una foto; otro día
me dejó un sobre con una llave y me hizo llegar un mensaje donde decía que esa
llave era para ir a descubrir su cadáver a su casa. Después de un tiempo fui al
MP a denunciar que me perseguía y me acosaba, pero nomás le llamaron la
atención. Por eso decidí separarme de él”.
Rocío es tímida, tierna y hermosa con un historial de machismo
en su familia, fórmula perfecta que atrae como moscas a la miel a los hombres
acostumbrados a tratar mal a las mujeres.
Pero además de eso, Rocío ha
sufrido también la minimización de la violencia de género en juzgados, en
ministerios públicos, en instancias gubernamentales, en donde se actúa con
limitación, con lentitud y se ignoran los ruegos de muchas madres.
Hasta el día de ayer Ximena Ramos Torres no aparecía, no hay
rastros del lugar donde pueda encontrarse. Si usted amable lector tiene idea de
donde se encuentra escriba a emmaaguado@live.com.mx