Eso de que el fin justifica los medios muchos se lo toman
muy en serio. En abril, Acámbaro avaló una segunda edición de un festival de
globos aerostáticos, que igual que el primero, aparece envuelto en la penumbra.
La consigna según se oye decir en los pasillos de la autoridad municipal, fue
atraer turismo sin importar el costo, tesis que abre las puertas a la
corrupción.
Y si de turismo hablamos su alcance debe medirse por la
cantidad de visitantes que regresaron apesadumbrados a sus lugares de origen
porque no pudieron volar en los despintados globos aerostáticos que vinieron en
esta ocasión, así, la principal atracción del festival se canceló debido a que
la Dirección de Turismo municipal, encargada del evento, no solicitó los
permisos necesarios a la Dirección de Aeronáutica Civil dependiente de la
Secretaría de Comunicaciones y Transportes, según reportes del regidor Alfredo
Ordoñez. Habría que preguntarse qué cara pusieron en la Secretaría de Turismo
del Estado cuando se enteraron de que su apoyo económico de 435 mil pesos para
pagar los globos del festival fue en
vano.
La planeación del evento dejó tanto que desear que no sólo
olvidaron los permisos para volar globos, también se olvidaron de contemplar el
pago de regalías al Sindicato de Músicos y Compositores por los eventos que
amenizaron La Sonora Santanera, La Banda San José de Mesillas y Natalia
LaFourcade, 40 mil pesos que terminaron pagándose del bolsillo de los
acambarenses y que dio al traste con los supuestos 23 mil pesos que habían
quedado de ganancias del festival que costó según cifras oficiales, alrededor
de los dos millones de pesos. Además,
los criterios que se manejaron para elegir a los proveedores de servicios ni de
lejos se acercaron a las reglas de austeridad a las que deben someterse los
municipios, las escasas propuestas fueron presentadas al Comité de
Adquisiciones por la Dirección de Turismo y se aprobaron sin resistencias.
Hoy se hace necesaria una fiscalización exhaustiva dado el
dispendio evidente en gastos de publicidad mal aprovechada, en compras que hoy parecen
una burla como los 3 mil pesos en limones usados para hacer micheladas vendidas por personal de
gobierno municipal, sin olvidar el costo tan elevado que significó traer a los
pilotos de Tequisquiapan a Acámbaro quienes cobraron 435 mil pesos, más gastos
en traslados, gasolinas, comidas y hotel; y sobre todo es importante cuestionar
el criterio para favorecer a ciertos proveedores locales elegidos al
contentillo de la coordinación del evento. Vaya festival.
En estos días el tema se discute al interior del Ayuntamiento
acambarense, tratan de deslindar responsabilidades y de castigar a quien se
deje, aunque la responsabilidad sea de todos. La opacidad es rampante, el dinero
sale de las arcas públicas sin rendir cuentas y parece que se olvidan que cada
factura inexistente, cada cifra sin respaldo, cada detalle que se omite, es un
acto de corrupción que no se justifica ni aunque con ello se quisiera santificar
al papa.
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