Las cosas como son


En menos de una semana Eréndira ha rechazado tres posibilidades de empleo, su madre le cuestiona si acaso será porque trabajar y estudiar al mismo tiempo le resulta difícil, pero ella sabe que no es así, tiene ganas de trabajar, sobre todo porque no quiere dejar la universidad. Con sus 23 años ha sido víctima del fenómeno que se conoce como precarización del trabajo, ha descubierto que en Acámbaro sus posibilidades de tener empleo son un sinónimo de esclavitud.


Cuando empezó su recorrido por la ciudad encontró que en Soriana ofrecían 500 pesos semanales a cajeras, en su mayoría jóvenes, con una exigencia inaudita de trabajar 12 horas por jornada. Buscó en un par de comercios más en donde la oferta para ella era ser empleada de mostrador cobrando no más de 700 a la semana con horarios de ocho horas al día. En este vaivén se topó también con las llamadas bodegas, lugares en donde venden fruta y verdura a precios muy bajos; aquí diariamente reciben a decenas de jóvenes a quienes se les paga por jornal y se les exige trabajar de 8 a 12 horas, los sueldos van desde los 100 a los 300 pesos por día, en condiciones de cansancio físico extremo. Allí Eréndira trabajó un par de horas, no más, no aguantó la prepotencia de los patrones. También hizo antesala para ser recibida en una de las tres empresas extranjeras que existen en el municipio en donde pagan un promedio de 700 pesos a la semana por ocho horas diarias, no se quedó.


Un día, luego del recorrido que empezaba desde temprano, regresó a su casa sabiendo que la mayoría de estas ofertas borran de un plumazo las prestaciones de ley que los trabajadores obtuvieron después de años de luchas sociales y pensó en su futuro. Al día de hoy Eréndira, como cientos de jóvenes, sigue buscando un empleo que no ponga en suspenso su dignidad.


Por eso nos preguntamos si son estos los resultados que esperaba obtener la reforma laboral, o si acaso como es más evidente, la realidad es que México ha seguido al pie de la letra un guión económico marcado por políticas neoliberales que exigen a los gobernantes vender la patria al mejor comprador, esa venta incluye por supuesto el alma del trabajador convertido en un objeto, semejante a un producto más colocado en medio de los almacenes de los supermercados.


Y mientras vivimos una preocupante deshumanización de la sociedad, somos testigos de la falta de escrúpulos de nuestra clase política, que asumiendo un rol cercano a la realeza, se ha sumado privilegios que indignan a la población. Por tal motivo es urgente que nos detengamos  a mirar a profundidad este fenómeno, el Estado no está cumpliendo con el objetivo de procurar el bienestar de la gente, el trabajo en la actualidad es esclavizante como lo era hace cien o doscientos años y esto sin duda hay que decirlo con todas sus letras.



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