“En la actualidad el corrido tiene su sello, pero se va a confirmar cuando otra vez milite a favor de la descolonización de nuestro país, porque todavía nos falta descolonizarnos y sobre todo de las influencias que sí lo perjudican como la canción intrascendente”.
JUAN DIEGO RAZO
Tal como ocurrió hace algunas decenas de años, el corrido se va adaptando a la realidad del país, se amolda al relieve del acontecer social y se metamorfosea con los colores del paisaje casi siempre rojo desde que México anda en pos de su independencia. El corrido vive a gusto entre versadores viejos y guitarras desgastadas, se acurruca en las voces roncas de aguardiente y no le importan las cuerdas reventadas. Se da el gusto de armar alboroto entre los más alebrestados y viaja de pueblo en pueblo montado en las alas de un avión supersónico o en el lomo de un burro fiel. Jamás se cansa, siempre es joven porque parece que tiene un pacto demoniaco con el tiempo. Y tal como ocurrió en los tiempos de Hidalgo, en la actualidad el corrido anda siempre entre los más fieros, trepado en los conflictos sociales, dando de qué hablar, acompaña al líder de la revuelta, al vendedor de tamales en bicicleta y al narcotraficante de moda. La siguiente es la trascripción que hicimos de una charla con Juan Diego Razo, autor de Corridos Históricos de la Tradición del Bajío, en su última visita a la ciudad de Acámbaro Guanajuato, quien señala que lejos de desaparecer, el corrido se reanima con cada revuelta social y se enriquece con los nuevos géneros que abordan igual que él, la afrenta con los poderosos.
EMPECEMOS CON EL NARCO CORRIDO
Para adentrarnos un poco más al origen y significado del corrido abordemos primeramente lo que en la actualidad está pasando con este género. Al día de hoy encontramos por lo menos dos vertientes con las que está relacionado el género y que están muy a la vista: el narcotráfico por un lado y su relación con los más recientes conflictos sociopolíticos del país. Juan Diego Razo explica que el fenómeno del narco-corrido se debe situar en un contexto específico que tiene que ver con nuestra desafortunada vecindad con uno de los mercados de consumo de narcóticos más grandes en el mundo que se ubica en Estados Unidos y que a su vez está sumido en un esfuerzo por mantener su carácter de potencia hegemónica, aún a nuestra costa y pese a que nos arrebataron parte de nuestro territorio. Razo señala que aunque los norteamericanos no son los únicos que consumen, necesitan la droga como un amortiguamiento de la pesadilla que en el fondo viven, porque el sueño americano verdaderamente es tan sólo una pesadilla, es decir, se ven obligados a pagar su confort con una crisis de carácter moral que los conduce a tener que narcotizar su sensibilidad.
En un principio, los mexicanos fuimos canal de distribución y luego productores de amapola y mariguana igual que otros países, porque los norteamericanos no cultivan sus estupefacientes, dado que su cultura y sus antecedentes religiosos no lo permiten. Ahora, como todos sabemos, nos hemos vuelto consumidores y sicarios. Mientras, ellos se lavan las manos diciendo que la droga viene de fuera, o como dijera Eduardo Galeano ellos “sólo ponen las narices”. En este contexto, el especialista en folclor agrega que la presencia del narco-corrido delata la existencia de un conflicto social y refleja su impacto, que es lo que justamente hace el corrido: se monta en el conflicto -sea revolucionario, insurgente, cristero o en este caso criminal- con el fin de hacer la narración de lo que acontece. De igual modo como ocurría antes, muchos de los cabecillas del conflicto quedan inmortalizados, porque además ellos mismos desean ser recordados, es decir, al jugarse la vida también quieren que un día un verso los mencione. Esa es además una aspiración muy humana, una especie de necesidad de sobrevivencia, incluso muchos pagan para que les compongan corridos, se han dado casos de grupos que han recibido dinero para inmortalizar a los narcotraficates, les gestan su estrellato y los vuelven héroes, así, se comparan con otros personajes históricos, aunque no hay que perder de vista que lo único que tienen en común es que viven fuera de la ley.
LA FUNCIÓN SOCIO-POLÍTICA DEL CORRIDO
Más allá del universo narco, el corrido cumple su papel más esencial, más genuino, en los conflictos de carácter socio-político, ahí se reivindica no sólo como reflejo de una problemática determinada, sino como un componente vital en la construcción de la sociedad, tal fue el caso de lo sucedido durante las elecciones del 2006 y aún poco antes. Como ejemplos de ello el escritor salmantino recuerda el corrido del “Semental guanajuatense” que es un retrato involuntario de Fox cantado por el grupo Exterminador a manera de burla; también existe el corrido “Esta comunidad ha dicho basta”, que es una pirekua que refiere a un conflicto campesino reciente en Michoacán; o lo que hace Guillermo Velazquez en la Sierra Gorda de Guanajuato, quien ha revitalizado al género. Para ilustrar aún más el carácter genuino del corrido en la actualidad, Juan Diego Razo señala que existe un pregón en el Distrito Federal conocido como el de “los tamales oaxaqueños”, que por las tardes se oye en voz de los vendedores que salen en triciclos a los que se le adaptan bocinas con cintas pregrabadas para vender la mercancía. Juan Diego registró que el pregón de los tamales tuvo una modificación interesante que se cantó cuando lo del fraude electoral en 2006, desconociendo al autor, que decía así:
Salieron los deliciosos tamales fraudulentos, tamales ugaldeños, tamales calientitos, acérquense y pida sus bien rellenados tamales ugaldeños, salidos de las urnas del fraude electoral, tamales que si te duermes te los tendrás que tragar. Hay tamales Fobaproa, tamales Calderón, que con las manos limpias se amasaron por la paz de la nación y no les hagan el feo para que tengan empleo. Hay tamales calientitos, tamales foxaqueños, rellenos de mentiras y también de corrupción. Si un fraude está celebrando hay tamales Hildebrando, para que siga la fiesta, hay tamales Bibriesca, y a Sahagún al gusto de cualquier matarife, hay tamales del IFE y atole con el dedo para tragar el tamal. Tamales de chile verde y también colorado, traga en silencio el tamal no seas un renegado sino serás borrado del padrón electoral
Juan Diego Razo además repara en un aspecto interesante del corrido que lo hace aparecer como parte sustancial de los movimientos reivindicativos de la música y lo familiariza con géneros como el Hip Hop, por ejemplo cuando aparece lleno de reclamos en el llamado “Hip Hop de los políticos hijos de puta”, que es un canto de denuncia, lo que en el fondo nos llevaría a considerarlo esencialmente como un corrido, porque retoma su función más importante, que es la de hacer una contribución que busque reconstruir una nación en conflicto.
Pero no sólo los rebeldes hacen corridos, desde el punto de vista de los contrarios también se produjeron canciones, versos, corridos, en la actualidad uno de los ejemplos más evidentes es el bautizado “shalalá” de Jaime López y Alex Sintek a quienes les pagaron para hacer una pieza representativa de los festejos del Bicentenario sin tomar en cuenta que en realidad existen otras piezas más representativas.
SOBRE EL AUTOR DE CORRIDOS HISTÓRICOS DE LA TRADICIÓN DEL BAJÍO
La obra de Juan Diego Razo Oliva es no sólo enciclopédica, sistemática, inteligente, es además un compendio que en momentos destella una ironía fina, un sarcasmo delicado que hace suponer que el autor es un hombre más bien dado a la afrenta y a la carcajada. Sin embargo al conocerlo, ese fogoso potencial desaparece, y en su lugar se planta un escritor maduro, de trato amable y sencillo, a quien de vez en vez asoma la ironía en sus ojos, como una especie de solidaridad con los menos afortunados. Nacido en 1941 en Salamanca, en donde permaneció hasta que hizo su preparatoria, salió de su tierra para estudiar Economía en la Ciudad de México. Actualmente imparte clases en la Escuela Nacional de Artes Plásticas donde es maestro de tiempo completo desde hace treinta años en dos asignaturas: metodología de la investigación y taller de análisis de textos y de investigación.
El cambio de economista a especialista en folclor
De familia campesina y de tradición, Juan Diego Razo visitaba las cantinas de su pueblo con la curiosidad de quien desea levantarle las faldas a la vida. Un buen día conoció a un par de viejitos que traían un repertorio de cantos tradicionales, uno de ellos, el guitarrista, era invidente y el otro tocaba el violín. Se interesó por ellos y comenzó a registrar sus cantos en un cuaderno. Pese a su corta edad le llamaba la atención la similitud del corrido con sus lecturas en los libros de historia, lo que marcó sus futuros intereses. Con el tiempo registró los cantos en una grabadora de carrete hasta armar una colección interesante de carácter testimonial. En México conoció a Enrique Rivas Paniagua, a Cruz Mejía y al antropólogo especializado en la zona del Bajío Gabriel Muedano, los tres colaboradores de Radio Educación, quienes se interesaron por su colección de fonogramas. Fue invitado a trabajar con ellos y el resultado fue un primer álbum doble que se llamó “Corridos Históricos del Bajío, Testimonios del Viento” acetato que se dio a conocer a finales de los años setenta. A raíz de ese trabajo se formó un grupo que se llamó Tlalli, que quiere decir “canto de la casa o de la tierra”, (el proyecto continúa con Cruz Mejía y a la fecha ya tiene alrededor de 20 títulos editados). Al momento Juan Diego Razo tiene seis trabajos fonográficos con enfoque regional de rescate de la tradición abajeña. Aquellos primeros discos se escucharon con interés en algunos círculos especializados y el autor se dio cuenta de que había un tema para investigar, porque en el Bajío poco se había explorado o sistematizado, sobre todo con un criterio que resaltara el valor de documento histórico complementario de los que ya existían, y desde entonces su enfoque fue abajeño. Al mismo tiempo una serie de apuntes al margen del trabajo fonográfico de recopilación de corridos dieron origen a diversas publicaciones posteriores.
Uno de esos textos que se pudieron editar tuvo la fortuna de haber sido reconocido con mención especial en un concurso de Literatura Testimonial y pese a que no ganó, Jaime Labastida, quien fue jurado en ese concurso, propuso editarlo y consiguió a dos editoras chiapanecas. Ellas editaron el trabajo que se llamó “Rebeldes populares del Bajío: hazañas, tragedias y corridos desde el Porfiriato hasta
Recorridos por el Bajío
Todo comenzó en Salamanca. El conocimiento de los músicos y la ruta que Juan Diego Razo se fue marcando fue gracias a los mismos músicos, ellos le decían por ejemplo: “es que aquí mi compadre en Valle de Santiago se sabe el mismo corrido y por qué no vas un día y platicas con él”. O decían: “yo soy de Pénjamo y mi papá fue el que me enseñó estas letras, vete un día para allá porque también en Pénjamo hay viejos como nosotros que cantan corridos”, y así fue como empezó a salir de Salamanca, y esto lo llevó a hacer contacto en buena parte de los municipios centrales de Guanajuato, Acámbaro incluido, en donde recogió alguna vez cosas interesantes en Parácuaro. Paralelo al conocimiento de los músicos, los libros fueron un referente importante, a donde quiera que iba entraba a las bibliotecas, buscaba revistas, periódicos y narraciones proporcionadas por los cronistas o periodistas de los pueblos que se convirtieron en uno de los referentes más importantes. También salió del estado porque como él mismo lo explica, el género del corrido tiene esta capacidad de expansión y de contagio evidente en el proceso de las canciones insurgentes, de gesta patriótica nacionalista, que se cantaban o recitaban en su caso en varias regiones, (porque se entiende que son coplas para cantarse aunque no se haya conservado la música).
Empezó a considerar el concepto de Bajío en su aspecto geocultural y valoró la hipótesis de que fue en esta región en donde el corrido tuvo su origen, evolucionando desde la canción de gesta hasta lo que conocemos como corrido mexicano. Por otro lado, descubre que el corrido se empezó a conocer como “mexicano” cuando los primeros revolucionarios del siglo XIX iban construyendo una identidad, algunos como guadalupanos-mexicanos, otros incluso como abajeños. Así que tuvo que ampliar la búsqueda hacia otros estados, casi siempre con mis propios medios y sin apoyo institucional, visitando Jalisco, Querétaro, San Luis Potosí, Zacatecas, Michoacán y Guanajuato que son los estados que configuraran culturalmente el gran Bajío.
EL CORRIDO ¿PUEDE DESAPARECER?
Lejos de lo que se piensa, el autor de Corridos Históricos de la Tradición del Bajío, cree que el corrido no va a desaparecer, o por lo menos mientras haya la necesidad de dejar en la memoria los acontecimientos que forman la identidad de un pueblo, ello pese a que los medios de comunicación masivos contribuyan a desvirtuar el contenido del corrido, en algunos casos. Razo Oliva piensa incluso que los medios de comunicación masiva amplían el circuito de circulación del corrido con enormes posibilidades de mezclarse con otros géneros que son parecidos. Y recuerda por ejemplo a la canción de gesta, que está en el origen del corrido y cuya esencia se comparte con todos los pueblos del mundo como una especie de patrón arquetípico con el cual se construye un tipo de música, (que en este caso sería la narrativa novelesca o histórica pero finalmente narrativa), que seguramente va a permanecer hasta que el hombre deje de tener la necesidad de escuchar relatos. El corrido comparte elementos con muchos otros géneros como las baladas en Estados Unidos, la canción de gesta en Francia, los romances en España y los mitotes con los chichimecas, los otomíes, los nahuas, que también cantaban memoriales de sus batallas. Esta forma de organizar un discurso para comunicar e informar de algo, con una estructura poética, rítmica, determinada, tiene la posibilidad de trascender y además permanece. Por otro lado si se están mezclando géneros, el corrido en lugar de desaparecer, se enriquece y hasta se reivindica.
Los medios masivos de difusión han ido desnacionalizando o desvirtualizando sus contenidos, aunque de pronto escuchamos alguna sorpresa. Por ejemplo cuando Jorge Negrete cantaba “El Durazno” en una película, una pieza insurgente que se cantaba cuando se logró la Independencia de España:
Ya se calló el arbolito
Donde dormía el pavorreal
Ahora dormirá en el suelo
Como cualquier animal
Guadalajara en un llano
México en una laguna
Me he de comer esa tuna
Aunque me espine la mano
Ahí vienen los gachupines
Uncidos como los bueyes
Y detrás los mexicanos
Vestidos como los reyes
Razo encontró en Salamanca a una familia de indígenas que tenían tradición de cantar esta pieza en los templos católicos y en las cantinas por tradición desde finales del siglo XIX, que sobre todo, señala, la cantaban en las fiestas de septiembre con el gusto de saberse reyes de su propio país. De ahí la importancia histórica de esta pieza. En el mundo del cine, sigue diciendo el especialista, hay este enmascaramiento comercial muy mercantilizado de nuestro folclor, pero a veces esconde sorpresas como esta pieza que cantaba Jorge Negrete, que el investigador, cuando le pone colmillo encuentra con mucho agrado, tal como ocurrió por ejemplo con los cantos de Lorenzo de Monteclaro, Los Alegres de Terán o Las Jilguerillas.
LA ESENCIA DEL CORRIDO
El corrido puede parecerse en la función al rock, al reggae, al hip hop, pero lo que hace al corrido tradicional es que generación tras generación ha conservado la forma y la intención. El corrido probó su eficacia al paso del tiempo para darle contexto y significación social a lo que hacían los humildes verseros o cancioneros, a través de ellos es que sigue funcionando la forma, que viene a ser un registro de memorias. El corrido además tiene una estructura narrativa, con una introducción del tema, luego con un cierto desarrollo o tratamiento dramático, festivo o burlesco del acontecimiento y luego tiene una especie de moraleja con despedida, estas son las formas orgánicas que a su vez definen cualquier ejemplo de literatura del mundo. El caso de Homero es emblemático, él seguía esta estructura, lo que nos lleva a concluir que son modelos arquetípicos que sirven para reforzar la memoria de los pueblos.
Hay una discusión sobre los orígenes del corrido y de su nombre. Se piensa que se llama así porque se canta “a la carrera”, es decir, se canta rápido con un ritmo monótono que va pasando de una estrofa a otra. Sin embargo Juan Diego Razo en su trabajo atiende poco ese problema y se enfoca más en la función social que cumple y que está relacionada con la decisión de un alguien que en determinado momento decide dar testimonio de un hecho y lo comparte con su grupo social más inmediato, incluso se convierte en una especie de periodismo social porque se hace una crónica cantada de un suceso que puede llegar a tener mucho éxito entre la gente de varias regiones. Aunque no debemos olvidar que el corrido puede tener un carácter imaginativo que narra sucesos inventados o novelados sus temas siempre son los conflictos a nivel individual, familiar o de grupo. Este tipo de lenguaje de comunicación ha pasado de las bases orales que eran muy amplias hace 200 años, a la actualidad en la que ya está todo grabado y se divulga con mayor facilidad.
ORÍGENES DE CORRIDOS HISTÓRICOS DE LA TRADICIÓN DEL BAJÍO
Hablar del origen de la obra Corridos Históricos de la Tradición del Bajío es remontar en el tiempo treinta años, en los días en los que el autor iba descubriendo a cada paso que lo aprendido en el seno de su familia cuando niño, lo iba definiendo incluso más que la Economía, a la que había consagrado sus estudios. Entonces Juan Diego decidió vivir más cercano a la fuente misma de la cultura, entre la gente memoriosa que canta en fiestas, velorios, iglesias o cantinas. En este viaje hacia adentro, Juan Diego recuerda especialmente a Goyita. Ella había sido esposa de un villista, un tal Villafaña, que se había levantado con otros cabecillas del villismo cimarrón, en torno a figuras como Chávez García, Macario Silva, Matilde Alfaro, Juan García y José Gutiérrez de Dolores Hidalgo. Goyita tenía una inteligencia aguda y sobre todo una memoria privilegiada pese a que no sabía leer, todo lo que oía lo repetía con mucha fidelidad y se sabía muchas canciones, corridos, oraciones, rezos y hasta refranes. Los padres de Razo Oliva la recogieron joven y viuda, acababa de perder a su hijo que también se había involucrado en el movimiento cristero y se quedó a vivir en su casa. Goyita platicaba sus historias, que eran muchas, desde tiempos de los villistas pasando por los carrancistas hasta la época de los cristeros, puesto que ella los vivió y padeció al mismo tiempo.
El autor cuenta también que fue definitivo para su trabajo el que se juntara por aquellos tiempos un grupo de platicadores en su casa, al que se incluía Goyita y entonces dice el escritor, “¡se armaba la pelotera!”: se escuchaban varias versiones de un mismo acontecimiento, en ocasiones, se detenía la plática para que Juan Diego pudiera registrar lo que decían.
La tesis central de la obra gira en torno a un argumento: el corrido en el Bajío, su origen y desarrollo. En ella el autor propone que dado que el corrido es la expresión de un conflicto de naturaleza social que cumple con una función narrativa que preserva la memoria de los hechos, fue en la época del levantamiento insurgente de 1810 cuando adquiere mayor sentido, dado que ya se tenía un principal objetivo que era la independencia de la corona española y la búsqueda de una nueva nación libre y soberana. En esa lógica, el corrido empezaría a registrar sus primeros indicios en Guanajuato, lugar en donde se registraron algunos de los primeros acontecimientos masivos en torno a la figura del cura Hidalgo. No por ello se descartan otros momentos significativos que también darán forma al corrido, incluso desde antes de la llegada de los españoles a América.
El autor señala que el grito de arenga dado por Miguel Hidalgo en la mañana del 16 de septiembre de 1810, tiene una construcción especial que lo hace parte del origen del corrido, Razo Oliva señala que para construir en forma expresiva un sentimiento que implique elevar la voz, se siguen patrones de nuestra lengua que tienden a acentuar unas sílabas que dan como resultado una frase entonada que facilitan la memorización, “yo sostengo que los gritos que siguieron a la arenga de Hidalgo ¡muera el mal gobierno, arriba Fernando VII, abajo los gachupines!, pudieron haber sido los primeros versos que se recogieron posteriormente en versos de corridos, que inicialmente se llamaron coplas. De igual manera al llegar a Atotonilco, aparece el pendón de la virgen de Guadalupe y gritan aquellos versos:
Viva la guadalupana toda rodeada de flores
Viva don Ignacio Allende y el cura de Dolores…
Aquí está un embrión del canto épico, ya con el sentido de exaltación del momento y de los caudillos. Este sería después del grito mismo parte de la evolución del género en su raíz, en el corazón mismo donde estalla el conflicto”. El autor además señala que fue decisivo en este camino que se encontraran el archivo histórico de León, por parte de Jesus Zamora, unas valonas o versos en decimal que les decomisaron a unos vendedores de atole que habían salido con tropas de Hidalgo desde Salamanca. Ellos traían este tipo de versos que ya se cantaban o recitaban para contar lo que sucedía, que vienen incluidos en su obra.
Vale decir que Corridos Históricos de la Tradición del Bajío está editado por Jitanjáfora, editorial michoacana que anteriormente había trabajado con el salmantino. La obra comprende dos volúmenes elaborados con sumo cuidado y de forma muy artesanal hace de su lectura una experiencia mucho más integral, con ilustraciones de varios artistas mexicanos destacando las de José Guadalupe Posada. En relación al sur de Guanajuato, Juan Diego Razo hizo alusión a lo encontrado hace años en una visita a Acámbaro, particularmente en la zona de Parácuaro, zona que conocemos como cristera, en donde encontró corridos que hacen alusión al apellido Moreno y sin duda relacionado con las famosas cuevas de Moreno. En esta ocasión, fiel a su oficio, se llevó un par de grabaciones las cuales, comentó, son reveladoras de la significancia del corrido para las tierras acambarenses, por eso prometió pronto regresar y darlos a conocer.
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