Ovacionan acambarenses al obispo de Saltillo Raúl Vera
Sus palabras resonaban en la plancha del atrio parroquial, su voz contundente se apoderaba del templo, los curiosos se detenían un poco para escuchar quién o qué era aquello que había atrapado la atención de los más tímidos, que los hacía pausar su camino para investigar quién era ese que estaba cimbrando a las conciencias más apagadas y que mantenía incómodos y al borde de la huida a los mentirosos: “¡hay muchos mexicanos y muchas mexicanas como nosotros, que no estamos conformes con la manera en la que en este país se están llevando las cosas, no estamos de acuerdo en que nuestro jefe máximo diga que él no tiene la responsabilidad de la paz y diga que vayamos a hacer tratos con los que están violentando al país!, ¿cómo es posible?... ¿cómo es posible? ¿cómo es posible?”, repetía Raúl Vera López obispo de Saltillo, quien daba su sermón en el templo de San Francisco. Era sábado 16 de abril a la una de la tarde, el obispo dominico había regresado a Acámbaro portando en su pecho como si fuese un escudo, a la patrona del pueblo que lo vio nacer. Regresó a inyectar fuerza y coraje a sus oyentes, entre los que había familiares y amigos suyos a quienes decía: basta de sumisión, es la hora de organizarnos, no puede continuar la violencia en este país.
La figura del obispo de Saltillo crece con sus palabras, al escucharlo muchos piensan ¡qué valiente! Mientras otros, que son los más, se sienten incómodos porque sus mensajes son invitaciones a la acción y al compromiso social. No faltan los que no paran de morderse las uñas, sobre todo aquellos que andan en los caminos de la política, aunque se confiesen y comulguen de la propia mano del obispo. En la actualidad no son muchos los religiosos que hablen con claridad de lo que sucede en el país, por eso el padre Vera nos recuerda otros del pasado: a Morelos, a Hidalgo, a Matamoros, porque algo hay de la grandeza de aquellos héroes, que tiene eco en este padre dominico.
Vera López, vino a Acámbaro a reencontrarse con sus antiguos compañeros de secundaria, fue parte principal de una celebración religiosa en la que se hizo presente el trabajo de la ESFA 1 durante 75 años, una labor que ha dado frutos poderosos, que ha sido cuna de grandes personajes. Sus palabras fueron el pretexto para que otros sacerdotes, -como él egresados de la secundaria y presentes en la celebración- señalaran lo que pasa actualmente en Acámbaro: secuestros, robos, violencia al interior de las escuelas, incluyendo a la ESFA 1. “Aquel Acámbaro pacífico y tranquilo está desapareciendo, y a su paso deja no sólo estelas de muerte sino también de indiferencia en sus habitantes, ¡despierta Acámbaro!” pidieron los sacerdotes a los presentes.
El obispo de Saltillo levantó la voz, su humanismo a flor de piel no pudo evitar hacer un llamado a los acambarenses para hacer perdurar nuestras instituciones tan desgastadas en estos momentos, el estado de derecho, dijo, ahora es responsabilidad de los ciudadanos ante la cerrazón de los gobernantes haciendo alusión a Felipe Calderón presidente de México: él no está ahí para decir nada más “yo no tengo la culpa”, eso es absurdo, es estar negando una responsabilidad institucional que él asumió en el momento en que tomó las riendas del país. Es importante que nosotros entendamos eso, que nos demos cuenta, somos millones de mexicanos los que tenemos otras bases.
El obispo hizo alusión a los valores inculcados en la escuela, en las miles de escuelas en el país, que como la ESFA 1 tienen la responsabilidad de formar ciudadanos comprometidos con su municipio, su estado, su país. Profundamente emocionado aseguró que la bondad tiene la batalla ganada contra el mal por lo que los ciudadanos no pueden vivir con miedo y de rodillas, debe decir no a la corrupción y organizarse: no tenemos por qué arrodillarnos y decir, estamos arruinados,¡no señor! somos ciudadanos con derechos, que a ustedes (los políticos, los dirigentes) hemos delegado la responsabilidad, ustedes responden, y si no… ya veremos. Lo importante es que nos demos cuenta que no tenemos por qué vivir acobardados, que no tenemos por qué meternos debajo de las camas, ese no es nuestro papel, ni es el papel que Cristo quiere de sus hijos. Cristo nos ha preparado para eso y más, porque el triunfo de la vida está garantizado, el de la paz, el de la justicia. No les digo que no vamos a sufrir, estamos sufriendo, pero no estamos de rodillas, no estamos derrotados, eso nos debe hacer entender. A muchos no nos ha sido fácil la vida pero hemos tenido el valor de enfrentar los problemas, hemos tenido la estructura espiritual, que nos hace experimentar una fuerza que nos lleva a ponernos de pie, entonces hermanos y hermanas hemos venido a decir la buena noticia: el amor triunfa sobre el odio, la paz triunfa sobre la codicia, eso lo tenemos garantizado por Dios. ¿Cuál es el camino? El de la organización auténtica, la organización de nuestras instituciones, la organización en la honestidad, en la responsabilidad la organización en la no corrupción, eso es lo que tenemos nosotros, esas es nuestra fuerza. ¿Cómo que no es nuestro papel la interlocución con los jefes políticos de este momento?, ¡claro que sí señor Calderón!, cómo que usted es el responsable de que nosotros tengamos paz y que tengamos garantizada la vida….
Raúl Vera interrumpió su sermón como quien vuelve en sí, para darse cuenta que no estaba en su parroquia, pero sí en su pueblo natal, al que pidió organización, al que pidió reconstruir las instituciones desde abajo, al que pidió ser guardián del estado de derecho. Al final de su mensaje su valentía fue aplaudida con entusiasmo, la gente se paró para ovacionarlo y hacerle sentir que la indignación es la misma.
Antes de regresar a Coahuila, recibió el cariño de sus antiguos compañeros de escuela, decenas de acambarenses se acercaron a él para saludarlo, abrazarlo, tomarse fotos con quien a estas alturas de la vida, es un personaje fundamental en la historia de nuestro país.
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