Crece el número de obreras desprotegidas en Acámbaro



Emma Aguado
Antes de las seis, Lupe camina saltando los charcos de agua por una vereda solitaria a un costado de la carretera, en estos días llueve y la madre soltera de 30 años se dirige como todas las madrugadas hacia aquel edificio sin alma ubicado a las afueras de la ciudad. Pasa por un gran espectacular que presume a un gobierno que se renta al extranjero, baja la mirada… sus zapatos se enlodaron. Días antes, a Soledad su compañera, la asaltaron en ese mismo lugar cuando regresaba con diez horas de maquila a cuestas con la raya en la bolsa, por eso Lupe camina con desconfianza.
Este caso es el de muchas en Acámbaro que están ingresando al mercado laboral en una nueva modalidad que hace apenas unos años no existía: se están convirtiendo en obreras en empresas foráneas que no pagan más de 700 pesos a la semana en un municipio donde existen alrededor de 29 mil hogares encabezados por mujeres en condiciones de vulnerabilidad. Aquí, como en otros lugares de Guanajuato, se abusa de la oferta de mano de obra y los empleos son mal remunerados. Sin embargo no hay cifras que reflejen las condiciones laborales de este sector y el gobierno acambarense no está garantizando la calidad del trabajo que ofertan estas maquiladoras de reciente instalación en el municipio, en su mayoría extranjeras, que operaran bajo el esquema del out sourcing, legalizado apenas y que impide acumular derechos laborales. Por otro lado,  a pesar de que se ha elevado el número de gente que ha cursado educación básica en esta región guanajuatense, se registra una notable deserción en nivel medio superior y superior, lo que repercute directamente en sus aspiraciones futuras.
El panorama no es alentador si sumamos los casos de abuso, trata y violencia invisibles también en el sureste debido a que las propias instituciones aceptan carecer de datos exactos, lo que impide elaborar estrategias adecuadas. Además se detecta un número cada vez más creciente de prostitución, y hoy Acámbaro que venía educando a sus mujeres de forma tradicional sobre todo en la zona urbana, ha tenido que romper viejos esquemas conservadores para permitir que se sumen a la fuerza laboral por necesidad y no como parte de un plan de desarrollo humano. En zonas rurales, crecen las que se dedican al campo debido a la migración y como el caso de Jerécuaro, el consumo de alcohol aumenta sorprendentemente en ese sector.
Pese a que la política internacional exige que en los planes de gobierno se incluya un enfoque de género, ello no sucede, por lo que se omite la urgencia por falta de cifras y en consecuencia se siguen cometiendo injusticias. El gobierno de Acámbaro calla, indiferente a la situación de sus mujeres. Mientras, muchas como Lupe también callan, no se dan el lujo de gritar su descontento, al menos no ahora, cuando se siente tanta soledad en madrugada. Lupe mira hacia atrás, alguien la viene siguiendo...

1 comentario:

Rodrigo Śuka Ibarra dijo...

Excelente artículo. Magníficamente bien escrito, denuncia una situación grave que nadie atiende. Excelente trabajo.