Un viejo sueño

Para Tata Mateo Morales, tatá k´uerhájpiri meiámu

“Al iniciar un viaje casi siempre ignoramos que al final nuestros propios pasos nos regresan al origen, la vida es un círculo, tal como los antiguos lo señalaron: todo regresa al punto de partida. Pero esto, repito, lo ignoramos casi siempre”.


Joel Torres Sánchez: el mensaje a los acambarenses

Desde hace ocho años un grupo de habitantes del Lugar del Maguey participa puntualmente en el festejo del Año Nuevo Purhépecha. Pero el significado de este viaje no es el mismo para todos. Para algunos ser partícipes de la celebración sólo significa un paseo de fin de semana que al final del día se convertirá en una sensación de cansancio que es preciso mitigar. Para otros, sobre todo para los jóvenes, este viaje puede significar un valioso descubrimiento de lo que pasa en el mundo, un espejo en donde se ve reflejada su propia cara, será un agradable recuerdo que florecerá inesperado y les influirá mientras deciden sus caminos. Para otros, los últimos, un compromiso entrelazado con un viejo sueño que se viene tejiendo desde hace algunos años y que aún no se ha hecho realidad. Este viejo sueño apenas era una semilla en 1970 cuando Mateo Morales González, nacido en Sevina Michoacán vino a Acámbaro. A través del Taller de La Lengua Purépecha “AKAMBA” se fue reforzando: los acambarenses abrieron su conciencia a su ser originario, así se creó en 2002 una primera delegación que asistió a Carapan, no sin asombro y agradecimiento de ser partícipes del Año Nuevo Purhépecha por vez primera. La idea de ser parte de ello, no como delegación sino como protagonistas regresó en ellos como una luz en sus rostros, un pienso que se quedó instalado en su corazón como mariposa revoloteante, espumosa. En 2004 este sueño intentó volverse realidad cuando fue presentado un valioso documento en donde se vio concretado el proyecto para que Acámbaro fuera sede de la realización de tan importante evento. Sin embargo la propuesta no tuvo eco y se desvaneció despacito entre las asombradas voces clamantes que aún desean que el sueño se haga realidad.
Sin embargo, Acámbaro podrá ser dueño de una montaña de documentos que registren su origen indígena, su ser primigenio, pero darse cuenta de que ese conocimiento no es sólo papel sellado, inerte, olvidado, sino un corazón latente que podría resonar en cada uno de los habitantes de este lugar, hacer música, estar vivo, es un tesoro inigualable. Todavía eso no es posible, y hasta este año 2010, Acámbaro sigue siendo tan sólo una delegación que no logra la fuerza suficiente para convocar esa magia.
Durante el viaje que hicimos a Uruapan en esta ocasión la idea nos persiguió inevitable. Por eso Joel Torres, carguero, comunero de San Jerónimo Purentzícuaro se puso en nuestro camino y nos invitó de nueva cuenta a no perder aquel “viejo sueño”, nos contó de lo que trata ser carguero, nos habló de la responsabilidad que eso implica:


“Ser carguero es, una responsabilidad que uno adquiere con la comunidad, porque durante muchos años es responsable de trasmitir el conocimiento que se tiene sobre los símbolos del Año Nuevo Purhépecha, a las escuelas, a los niños, a los jóvenes, lo que se traduce en indicarles en qué consisten los meses, los días, los años de la medición indígena. Es la comunidad la que elige a los cargueros, lo hace por votación, ahí sí hay democracia: se juntan los más ancianos, los viejitos y entonces hacen una asamblea comunal en donde deciden quién será la persona a la que consideran tiene más conocimiento de los símbolos del Año Nuevo y este cargo es de por vida. Pasan años y cuando uno se siente viejo tiene que escoger a uno o más jóvenes a los cuales se les transmiten los conocimientos. Para ser carguero hay que escuchar a los viejos, a mí me trasmitieron los conocimientos mis abuelos y yo tengo la obligación de transmitirlos a quien yo escoja para que ellos posteriormente lo transmitan. Como cargueros tenemos la obligación de transmitir el conocimiento, por eso antes de que se haga el festival transmitimos esta información. Y aunque hubo bastante tiempo en que no se hacía porque decían que nuestra cultura no servía, que el idioma nuestro no servía, y que no teníamos por qué hacerlo, los purhépechas somos muy necios en cuanto a la cultura y por eso seguimos transmitiendo. En cuanto a Acámbaro, este lugar fue parte de la zona purhépecha, la tierra de maguey, por eso espero se integren a la parte de nosotros para que reciban los conocimientos que tenemos sobre la medida del tiempo, sobre las tradiciones, para que se incorporen. Acámbaro primero nos debe visitar, que vengan a Purentzícuaro”.

Así es como Don Joel hace una invitación a los acambarenses a no abandonar el viejo sueño, su mitsita (corazón) está dispuesto a recibirnos para aprender cómo es ser purépecha en un siglo globalizado, cómo se defienden las tradiciones ante los embates del consumismo y las ilusiones mentirosas, cómo se respeta la naturaleza, a los viejos, a los símbolos más sagrados. Es una oportunidad de oro, ¿la sabremos aprovechar esta vez?

Porque tal como lo dijera Marcos: un mundo lleno de distintos mundos es posible.

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