(Foto:cortesía de CONARTCUA)
En el Lerma se asoma una parte luminosa a pesar de
la podredumbre que lo abraza: hoy sus hijos insurrectos están escribiendo con
su propia tinta. Y es que apenas hace unas semanas se publicó un libro titulado
Tintas del Lerma de editorial Palibrio, una colección de relatos hecha por 21
escritores, la mayoría noveles, que comparten la geografía y el gusto por las
letras. Con ellos la palabra Lerma adquiere una nueva connotación que va más
allá del ostentoso título del río más contaminado de Latinoamérica, y nos aleja
por instantes de su basura, de sus restos de sangre y de los desechos
industriales vertidos en sus aguas, para acercarnos a su significado original,
como dador de vida, de magia y sobre todo de palabra.
El libro es producto del esfuerzo de un grupo de
escritores en su mayoría acambarenses que de manera independiente iniciaron
hace un tiempo un círculo de lectura y expresión literaria en donde conviven
premios nacionales de novela, jóvenes poetas, narradoras, novelistas y
cuentistas experimentadas, que se reúnen una vez por semana para darle un
sentido distinto a la vida. Y en un lugar donde lo común es el abandono a la
cultura, un esfuerzo como éste se vuelve un remanso milagroso.
Un buen día estos escritores decidieron publicar
un libro con lo mejor que tenían, el resultado es una hermosa obra carente de
apoyo institucional que merece no sólo que volteemos a verla, sino que nos
sumerjamos en sus tintas y reconozcamos que en ella laten promesas de alta
calidad literaria.
Este año los escritores fueron contemplados por la
Feria Nacional del Libro de León (FENAL) para presentar de manera oficial su
obra, lo que significa que fueron los únicos creadores acambarenses con
presencia en una feria que cuenta con el mayor presupuesto en todo el estado
para promover la lectura, (4.5 millones de pesos, aunque lejos estén de cumplir
su cometido debido a los altos costos de los libros que ahí se ofrecen y la
casi nula difusión del evento en otros municipios del estado). Sin embargo esta
publicación confirma la existencia de un movimiento literario en el municipio
de Acámbaro que está creciendo y que tiene como paradigma al poeta acambarense
Alberto Quintero Álvarez, un hombre de la generación del Taller, compañero de
Paz, Huerta y Solana, quien tuvo que esperar 70 años para que el lugar que lo
vio nacer reconociera su talento y le rindiera un homenaje público.
Comprobado está que los buenos libros nos hacen
mejores personas: nos vuelven seres humanos sensibles, conscientes, críticos,
pero también peligrosos, rebeldes, insumisos. Quizá sea por eso que los autores
de la cuenca de nuestro río se asumen a sí mismos como eternos insatisfechos, y
quizá también sea por eso que el prólogo de Tintas del Lerma asegura que la
obediencia destruye a un pueblo, y la verdad, son de celebrar todas las
formas posibles de confrontar la decadencia que hoy día tanto nos está dañando.
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